lunes, 30 de enero de 2012

NGP cap 5

Vane la puso con cuidado sobre la cama. Estaba sumamente contento esta noche por haberles pagado a los trabajadores para que acomodaran sus muebles. Esto iba a hacer mucho más fácil que tratar de compartir aquel viejo sofá con ella.
Él le quitó las hebillas de su cabello castaño y lo dejó caer alrededor de su cara redonda. Ella tenía una cara tan delicada y hermosa. Colocando su mejilla contra la suya, inhaló su fragante aroma.
Ella le quitaba la chaqueta mientras él saboreaba la suavidad de su cuerpo bajo el suyo.
Ella tiró su chaqueta al piso, luego deslizó sus manos por su trasero. Vane contuvo su aliento bruscamente mientras el intenso placer lo consumía. Él sabía  por qué odiaba ser humano. Si osara usar sus poderes, ambos estarían desnudos en un instante y podría sentir cada centímetro de ella. Carne contra carne.
Pero esto muy probablemente la aterrorizaría.
Entonces en cambio, restringió sus poderes y ocultando las marcas de su cuerpo de ella, sobre todo la de su palma. Por una vez en su vida, estaría con una mujer no como un lobo o un guerrero.
Él pasaría esta noche con Bride como un hombre.
Bride saboreó la sensación de Vane presionándola mientras le sacaba los zapatos y luego sus medias con una habilidad consumada. Sus músculos se ondulaban bajo sus manos mientras su lengua bailaba con la suya.
Ummmm este hombre sabía como besar como nadie.
Ella nunca se cansaría del modo en que él sabía. Era cruda y decadente. Deseable y caliente.
Él se sostuvo sobre sus brazos mientras ella despacio desabotonaba su camisa para revelar, centímetro a centímetro, aquel pecho delgado, fuerte. Ella liberó la seda para dejarla caer abierta mientras deslizaba sus manos sobre la carne bronceada. Ella pasó sus dedos con cuidado por el vello masculino que moteaba su pecho y abdomen, luego los deslizó sobre sus delgadas costillas.
El beso de él se hizo más profundo y ella sintió su corazón palpitar bajo sus manos. Él pellizcó sus labios, frotando su cuerpo contra el de ella de una forma que aumentó y provocó una excitación increíble.
Bride lo miró y vio el hambre pura en su cara. ¿Cómo un hombre como este podía desearla tanto?
Una parte de ella le decía que debía tener más confianza en sí misma, pero no era una carencia de amor propio lo que lo hacía tan difícil de creer. Ella era una realista. Los hombres que se veían como Vane no salían con mujeres que se veían como ella. Ellos, simplemente, no lo hacían.
Ni siquiera Taylor era tan delicioso y él sólo había estado usándola. Ella no quería ser lastimada otra vez. No así y sobre todo no por Vane.
Relájate, Bride.
Vane se retiró. —¿Estás bien?
—Sólo  intento entender lo que ves en mí —admitió ella.
—Yo veo una mujer hermosa —dijo él con seriedad, bajando para mordisquear la piel sensible debajo de su oído—. Cuyo amable corazón brilla en sus ojos y cuyo espíritu es ilimitado —Él se retiró para poder mirarla a los ojos—. El modo en que hiciste frente a Taylor esta tarde... —Su media sonrisa hizo que su corazón palpitara—. Jamás dejarías que nadie tome lo mejor de ti, verdad?
—Intento que no.
Él rodó sobre su espalda y la tiró para ponerla atravesada sobre él. La oscura ternura sobre su cara se abrigó alrededor de su corazón y lo hizo estrujarse.
—Sobre todo, me gusta el hecho, que te compartes conmigo. Que no tengo que demostrarte mi fuerza. Que no tengo que lastimar o ser lastimado para estar contigo.
Había un tono en su voz que le decía lo importante que era eso para él.
Qué cosa extraña para decir a una mujer.
¿De qué tipo de comunidad venía él? Definitivamente sonaba como aquellas extrañas, donde la gente tenía que hacer toda clase de cosas extrañas para pertenecer.
Ella deslizó su mano sobre la suavidad áspera de su cara. —Hay algo dentro de ti que me asusta, Vane. ¿Estás seguro que eres normal?
Él se rió ligeramente ante eso. —No sé lo que es normal. Pero nunca te haría daño, Bride —Sus ojos la quemaron con su sinceridad—. Nunca.
Él tomó sus labios con los suyos, luego movió sus manos alrededor de su cuello para desabrochar el corpiño de su vestido y su collar. Él colocó el collar sobre la caja al lado de la cama, luego jugó suavemente con sus pechos. Sus ásperas palmas raspaban sus pezones, haciéndolos endurecerse y pesar, y enviando placer por su cuerpo entero.
Bride quería derretirse en él. Ningún hombre jamás la había hecho sentir de la manera que él lo hacía.
Vane apenas podía respirar por las emociones que luchaban dentro de él. Él debería dejarla ir. Él no tenía derecho a unirse con alguien. Y sin embargo, él no podía separarse de ella. Esta noche muy bien podría engendrar niños con ella. Esta era la primera vez en su vida adulta que esto era una preocupación.
En el fondo de su mente, podía imaginársela con su bebé. Verla amamantarlo con el amor en sus ojos...
¿Cómo podría dejarla ir?
¿Cómo incluso podía pensarlo?
Los Destinos habían decretado que estuvieran unidos. ¿Quién era él para argumentar contra las diosas?
Vane había pasado su vida entera luchando. ¿Por qué no debería luchar por esto? Solamente por una vez, ¿él no merecía a alguien que lo amara?
¿Qué si ella nunca lo hacía?
Tal como su madre nunca había amado a su padre.
La pregunta colgó pesada en su corazón. ¿Qué si él no la persuadía hacia el final de sus tres semanas?
No, esa no era una opción. Él la ganaría y él la conservaría.
Anclado en lo que pensaba, él tomó su mano y la condujo hasta su pecho para que ella pudiera sentir como latía su corazón. Incapaz de soportar estar sin ella, él abrió sus pantalones y se liberó.
Bride jadeó mientras él movía sus caderas y la llenaba de improviso. Mmm, él era tan grueso y duro dentro de ella. Tan dominante.
Mordiendo su labio, ella miró él como él levantaba sus caderas y se conducía profundamente dentro de ella.
Ningún hombre jamás había estado tan impaciente de estar con ella. Esto la hizo sentir extrañamente poderosa. Deseable.
La expresión de placer en la cara de él le abrasó el corazón. Esto la hizo sufrir por él. Todavía dentro de ella, él desabrochó la espalda de su vestido y se lo quitó por su cabeza.
Completamente desnuda, ella lo miró. Su camisa estaba abierta, pero todavía sobre su cuerpo. Él sólo había deslizado sus pantalones lo suficiente como para poder tomarla.
Ella levantó una de las manos de él de su seno y besó sus nudillos llenos de cicatrices mientras lo cabalgaba lento y fácil.
Él la miró con su boca ligeramente separada, sus ojos oscuros y encapotados. Su expresión le mostraba a ella cuanto saboreaba su cuerpo. Su contacto.
Esto la hizo exaltarse más que nada.
Él colocó sus manos sobre sus caderas y la mantuvo inmóvil mientras él asumía las embestidas. Bride estaba asombrada con la fuerza que él tenía como para hacer esto.
Pero a ella no le importó cederle el control mientras él aceleraba sus profundos y penetrantes golpes. Cada uno la atravesaba, caliente y agridulce. Ella se inclinó hacia adelante en sus brazos, dejando que su cabello cayera sobre ellos mientras su cuerpo palpitaba y ansiaba más de él.
Su placer creció hasta que ella gritó la dulce liberación.
Vane miró su cara mientras ella culminaba en sus brazos. La alegría se rasgó por él al verla, la cálida dulzura de su cuerpo meciendo el suyo. Él reclamó sus labios y se movió aún más rápido, queriendo su propio momento de perfección.
Cerrando sus ojos, él lo encontró. Él se retiró de sus labios para gruñir profundamente en su garganta mientras su cuerpo explotaba en una dulce liberación.
Todavía unido a ella, él la atrajo a su pecho y la sostuvo silenciosamente mientras sus corazones latían al mismo tiempo y su cuerpo continuaba culminando durante varios minutos. Él deslizó sus manos por la espalda de ella, encantando de ese momento de tranquilidad.
Esta era la única paz que había conocido alguna vez en su violenta vida. No había ningún temor aquí con ella. Ningún terror de que ella tuviera los poderes para desenmascarar su corazón humano y matarlo por ello.
Solo eran ellos.
Bride no se movió durante mucho tiempo. Ella yacía sobre su pecho, saboreando la fuerza de los brazos que la sostenían.
Ella frotó su cara contra su pecho, luego besó su pezón antes de separarse.
Mientras ella comenzaba a moverse de la cama, él tiró ligeramente en su brazo para detenerla. —¿Dónde vas?
—Iba a ordenar.
—¿Por qué? Estoy lejos de terminar contigo.
Ella se rió hasta que comprendió que él no bromeaba. Él rápidamente se quitó su camisa y la tiró hacia su chaqueta. Sus pantalones, zapatos, y calcetines los siguieron rápidamente.
Antes que ella pudiera protestar, él la había agarrado y la había colocado de espaldas sobre la cama. Él apartó sus piernas con sus rodillas, luego deslizó sus caderas e ingle entre ellas.
Bride gimió ante la sensación de él estando sobre ella. Él ya se ponía duro otra vez.
Él se tomó su tiempo explorando su boca, mordisqueando sus labios, y probándola, hasta que ella pensó que podía pasar de su apacible exploración.
Ellos se quedaron así por el resto de la noche. Piel con piel, cuerpo con cuerpo. Bride nunca había experimentado nada como eso. Vane tenía más resistencia que nadie del que ella jamás se hubiera enterado. Para el amanecer, estaba agotada y se durmió acurrucada entre sus brazos.
Él durmió silenciosamente acomodado detrás de ella, con una pierna recostada entre sus muslos.
Esto era el cielo. Y por primera vez en un largo tiempo, ella sintió la sensación de pertinencia. De aceptación. Vane no se preocupaba que ella no fuera flaca. A él no le importaba que estuvieran sobre una raquítica cama vieja en un apartamento diminuto.
Él pareció feliz solamente por estar con ella.
Y esa era la parte más agradable de todo esto.
Vane yacía allí silenciosamente, escuchando el suave ronquido de Bride mientras ella dormía en sus brazos. Su aroma impregnaba su cabeza. No había nada que atesorara más que su olor mezclado con el suyo. Que la sensación de ella en sus brazos.
Él estaba dolorido y agotado. Y amaba cada partícula de ello. Él miró hacia a la mano de ella y retiró su magia para que su señal fuera visible, también.
Compañeros.
Él presionó sus marcas con las suyas y entrelazó sus dedos juntos. Ellos tendrían que hacer el amor con sus manos unidas para, de esta manera, poder completar su ritual de apareamiento.
Bride tendría que aceptarlo.
Y él tendría que abrirse a ella.
En la temprana luz del alba, eso no era tan espantoso para él como debería haber sido.
Cerrando sus ojos, él dejó que el sueño se derramase sobre él, y por primera vez en meses no estuvo atormentado por pesadillas. Sólo sentía la paz de su compañera recostada contra él.
¿Pero qué pasaría una vez que su compañera averiguara que él no era el hombre que pretendía ser?
¿Podría ella alguna vez aceptar el lobo que vivía dentro de él?
Él no lo sabía, pero él se prometió que sería honesto con ella. Una vez que ella estuviera despierta, él sería claro con todo.
Él sólo esperaba que ser honesto con ella no hiciera que la perdiera para siempre.
Bride se despertó quince minutos después de la hora de abrir su tienda. Mientras se separaba de Vane, el brazo de él se apretó alrededor de ella sólo un segundo antes que él se despertara.
Los profundos ojos color verde-avellana se abrieron, luego bizquearon contra la luz brillante del sol de la mañana que entraba por las ventanas.
—¿Qué hora es? —preguntó, su voz profunda y ronca.
—Las diez menos cuarto.
Él frotó su mano sobre su cara y gimió.
Bride reprimió una sonrisa por eso. —¿No eres madrugador?
—No —dijo él bruscamente, rodando sobre su espalda. Él se puso un brazo sobre sus ojos para protegerse de la luz.
Bride tuvo que suspirar en la imagen que él presentó yaciendo desnudo en su cama. Las mantas estaban retorcidas sobre su cuerpo, apenas cubriendo, aquellas largas y masculinas piernas. Su pecho estaba completamente desnudo, luciendo los músculos de su abdomen, pectorales, y brazos. Sus oscuras patillas agregaban una masculinidad casi mortal a su cara, que era coronada por su largo cabello, caprichoso.
Santo cielo, él era espectacular.
Él movió el brazo más arriba por su cara para mirarla con un ojo. —¿Sólo hemos dormido durante cuatro horas, por qué estás despierta?
Ella se puso su albornoz rosado sin levantarse de la cama. —Tengo que trabajar.
Él extendió su mano para hundirla profundamente en el cabello de ella. —¿Alguna vez te tomas un día libre?
—Sólo si hago planes con Tabitha por adelantado para que ella o alguien de su personal venga y me cubra. Y desde luego cierro los domingos. Más que eso, no.
Ella besó su mano, luego se separó de su brazo. Él lo dejó caer de nuevo en la cama sin hacer ningún tipo de comentario.
Levantándose, ella lo dejó en la cama y fue a ducharse.
Vane yació silenciosamente mientras escuchaba al agua cayendo en el otro cuarto. Su cuerpo entero le dolía por los esfuerzos de la noche pasada, pero el dolor era por haber disfrutado y no venía ni de la espalda, el pecho o los brazos por haber sido atacado con garras. Él había tenido demasiada diversión con Bride anoche y la diversión era algo que fallaba profundamente en su vida.
Él hizo una mueca ante el resplandor de la luz de la mañana. Él realmente odiaba las mañanas.
Forzándose a levantarse, se puso sus pantalones y cerró su cremallera, pero dejó el botón desabrochado cuando se dirigió a la cocina. A Bride le gustaba comer dos tostadas con  mermelada por la mañana.
Mientras el pan se tostaba, él cortó su pomelo para ella y lo roció con una cucharada de azúcar, luego le sirvió un vaso de jugo de naranja.
Él ponía la mermelada sobre la tostada cuando ella salió del cuarto de baño y se paró para mirarlo fijamente.
—¿Qué? —preguntó, perplejo por el profundo ceño en la cara de ella.
—¿Es ese tu desayuno?
Vane hizo una mueca. —Para nada. Yo iba a freír algo de tocino para mí.
—¿Entonces cómo sabías que me gustaba comer esto?
Vane hizo una pausa mientras se daba cuenta que el hombre Vane no sabría lo que el lobo Vane sabía. Aclarando su garganta, se encogió de hombros. —Yo abrí el refrigerador y vi la mermelada y el pomelo. La mayoría de la gente sólo come eso para el desayuno entonces me figuré que no te importaría.
Ella pareció aceptarlo mientras se quitaba la toalla de su cabello y lo ponía sobre su silla. —Gracias —dijo ella, dándole un beso en la mejilla.
Vane cerró sus ojos mientras su cuerpo se endurecía al instante. Sin pensarlo la tomó en sus brazos para besarla con un beso mucho más satisfactorio. Él arrastró  sus labios por su cuello mientras le abría el frente de su bata y atraía su cuerpo desnudo contra suyo.
Bride gimió al sentir su fresco y duro cuerpo contra el suyo. Ella deslizó su mano sobre los músculos de su espalda y sintió las cicatrices que él tenía allí. Su barbilla y mejilla barbudas raspaban delicadamente contra su piel.
—Si continúas con esto, nunca conseguiré abrir mi tienda.
—Mantenla cerrada y quédate conmigo.
Ella tomó su cabeza en sus manos mientras su lengua jugada con cuidado en el hueco de su garganta. —No puedo.
Él se retiró. —Lo sé. Yo sólo lo deseaba —Él la liberó, luego ató el cinto de su bata—. Come tu desayuno.
Bride se sentó en su pequeña mesa de estilo bistróÀ mientras él volvía a la cocina para hacer su tocino. Ella mordisqueó una de las tostadas y lo miró. —Tienes muchas agallas para freír tocino sin una camisa puesta. ¿No tienes miedo que eso te salpique?
Él se encogió de hombros. —Eso realmente no duele.
Ella frunció el ceño mientras ella remontaba varias cicatrices con su mirada. —¿Cómo obtuviste tantas cicatrices, Vane?
Vane se debatió en cómo contestarle. Ella no estaba lista para la verdad... que eran cicatrices de batallas, de cuatrocientos años de persecución por parte de Arcadianos quienes pensaban que él era un Asesino Katagari. En realidad, ellos pensaban que cualquier macho Katagari era un Asesino. Que había sido forzado a luchar contra su propia manada para mantener a su hermano a salvo. Algunas de ellas eran por lobas con las que había estado.
Algunas eran por latigazos.
—No he tenido una vida fácil, Bride —dijo él tranquilamente mientras ponía el tocino en una sartén. Él giró para mirarla—. Nunca he tenido nada por lo que no tuviese que pagar con sangre y hueso. Hasta ti.
Bride estaba sentada todavía cuando la verde mirada la traspasó. Había algo en su abierta expresión que le llegaba. Él se mostraba sin ocultaciones, ella lo sentía.
Dios, sería tan fácil amar a este hombre. Él no le pedía nada y era tan increíble dando. Ese momento se sentía surrealista para ella. Ella nunca había conocido a nadie como él.
Esto era demasiado fácil.
Esa inquieta voz en el fondo de su cabeza rondaba, desagradable, por su cabeza. Nada era perfecto. Nada era tan fácil.
Tenía que haber más de él que ella no veía. ¿Qué si no lo había?
¿Qué si él realmente era tal como parecía? Ella no podía ver ningún engaño. Tal vez era porque no había ninguno.
—Gracias por anoche, Vane —dijo ella.
Él inclinó su cabeza a ella, luego volvió a su tocino. Él lo quitó de la sartén y lo colocó sobre un plato, luego apagó la cocina y llevó su plato a la mesa.
—¿Quieres unos? —preguntó.
Bride tomó dos crujientes tiras mientras él se servía un vaso de jugo. Había algo tan íntimo sobre compartir el desayuno con él. Ella no sabía qué era, pero en cinco años de salir con Taylor, ella nunca había experimentado algo parecido a esto. Esto era maravilloso.
Ella comió rápidamente, luego se levantó.
—Lo tengo —dijo Vane mientras ella levantaba lo que había usado—. Tu te preparas y yo limpiaré.
—Realmente eres demasiado bueno para ser verdad —dijo ella, besando la cima de su cabeza antes de lanzarse sobre su armario  guardarropa.
Vane intentó no mirarla vestirse pero no podía detenerse. Se había excitado sólo de verla ponerse su ropa interior y su vestido.
Ladeando su cabeza, se dio cuenta que ella nunca llevaba pantalones. Siempre llevaba vestidos sueltos en los tonos oscuros de la tierra o negro. Ella deslizó sus pies en un par zapatos planos y se cepilló el cabello. Entonces se lo ató en aquel nudo familiar.
Vane estaba encantado por sus acciones. Había tantos detalles complicados en su rutina mañanera. Como en la forma en que se ponía el maquillaje y luego el polvo. Los movimientos exactos al ponerse la máscara de pestañas y el lápiz labial.
Él gustaba mirar el modo en que ella artísticamente se vestía y daba forma a su cabello.
Bride hizo una pausa cuando encontró los ojos de él en el espejo. —¿Algo está mal?
Él sacudió su cabeza. —Solamente pienso que estoy contento de no ser mujer. No puedo imaginarme poniéndome todo eso cada día.
Ella se rió de él y su corazón palpitó.
En cuanto terminó, recogió sus llaves y se dirigió a la puerta. —¿Tu cerrarás? —le preguntó ella.
Vane asintió.
Ella le sopló un beso, luego lo dejó solo en su apartamento. Fuera, él podía oírla llamando al lobo mientras caminaba hacia su tienda.
Él se abatió por esto. —Voy a tener que decirle.
Cuanto más lo aplazara, más difícil sería.
—Bien. Voy a hacerlo.
Después de ducharse.
Y vestirse.
Y limpiar.
Una hora más tarde, mientras Bride quitaba el polvo en su tienda, ella sintió que se le erizaban los cabellos de la nuca.
Ella se giró la espera de ver a alguien detrás de ella.
No había nadie allí.
Ella se frotó su cuello y echó un vistazo alrededor. De todos modos el sentimiento estaba allí. Era casi maligno.
¿Cómo extraño era eso?
Frunció el ceño, fue a mirar a los escaparates. No había nadie ahí.
—¿Bride?
Ella gritó y se dio vuelta para encontrar a Vane que venía del cuarto de atrás.
Él aceleró sus pasos para llegar a su lado. —¿Estás bien?
Bride se rió nerviosamente de su infantilismo. —Lo siento. No te oí venir por la puerta de atrás. Solamente me asustaste.
—¿Estás segura que eso es todo?
—Sí —dijo ella, inspirando profundamente.
Vane estaba vestido con sus pantalones negros y su camisa. Él debía haber dejado su chaqueta en su apartamento. Distanciándose de ella, él lucía raro y parecía disgustado consigo mismo.
Oh Dios, aquí viene...
—¿Tienes que regresar a tu vida, eh? —preguntó ella, intentando ser valiente, mientras por dentro, ella luchaba para no llorar.
—¿Qué vida? —Él la miró confundido por su pregunta—. ¿De qué hablas?
—¿Esta no es la parte dónde me dices que nos hemos divertido y rompes conmigo?
Él la miró hasta más confundido. —¿Es eso lo que se supone que debo hacer?
—Bien, no. Pienso, no sé ¿No es a eso adonde te dirigías?
Él sacudió su cabeza. —No. Yo solamente iba a decirte que... —La voz de Vane se arrastraba cuando él miró más allá de ella, a la puerta.
Bride se dio vuelta para ver a dos mujeres entrar a la tienda.
Vane se distanció mientras ella las saludaba. Ellas comenzaron a mirar, pero sus ojos volvían a Vane, quien se movió para pararse cerca de su mostrador.
Bride se ocupó reorganizando el muestrario de collares. Ella podía confiar en que Vane quería hablar con ella, pero cuando aquellas dos clientes se fueron, tres más entraron.
Vane miró mientras Bride mostraba su mercancía a las mujeres. Él realmente quería terminar con esto, aunque lo último que necesitaba era una audiencia cuando él le dijera que era un werewolf.
Más clientes entraron.
Ah, esto se ponía malo.
Él podría usar sus poderes para hacer que las mujeres se fueran, pero no quería interferir con su negocio.
—Voy a esperar afuera un rato —le dijo él mientras ella llamaba por teléfono por una venta.
—¿Estás bien? —preguntó ella.
—Bien —dijo él—. Estaré atrás.
Él se dirigió al depósito, luego afuera por la puerta trasera que conducía al patio.
Maldición.
—Está bien —respiró él. Él tendría mucho tiempo para hablar con ella más tarde. Él solamente quería terminar con esto cuanto antes.
—Vane.
Un temblor frío bajó por su espina mientras oía la voz baja y grave dentro de su cabeza.
Él se puso rígido y fue a la puerta a ver si veía una señal de los que había hecho que su cuerpo se helara. Viniendo de Iberville estaba uno de los últimos animales que él esperaba ver.
Era Fury en forma humana.
Igual en altura a Vane, Fury tenía el cabello rubio largo hasta los hombros y los ojos que eran una sombra más oscuros que turquesa. Él llevaba su cabello recogido en una cola de caballo y vaqueros azules apretados con una camisa negra de manga larga.
El lobo se acercó a él con un paso mortal y cuidadosamente moderado. Poder y fuerza exudaba de cada molécula de su cuerpo. Este era uno de los pocos lobos con los que Vane nunca había buscado luchar.
No, no es que él pensara que no podía con Fury. Él estaba seguro que podría, pero Fury no era la clase de lobo que luchaba limpiamente. Era mucho más probable que arrancara tu garganta mientras dormías.
Había un destello divertido en los ojos del lobo cuando se paró al lado de Vane y echó un vistazo a donde Bride estaba de pie dentro de su tienda.
—Eres descuidado, adelfosÀ.
—No somos hermanos, Fury. ¿Qué diablos haces aquí?
Su risa se convirtió en tortuosa, maligna. —Quería advertirte que tu padre sabe que tu y Fang están vivos. Yo era uno de los escogidos para matarlos a los dos.
Vane se puso rígido.
—Relájate —dijo Fury—. Si te quisiera muerto, yo te habría atacado.
—¿Por qué no lo quieres?
—¿Te debo una, recuerdas?
Eso era verdad. Él había salvado la vida de Fury cuando el lobo se había unido por primera vez a su manada—. Esperaste un largo tiempo para pagar.
Él se encogió de hombros. —Sí, pues algunas cosas llevan tiempo.
—No entiendo por qué rompes con la manada para ayudarme.
Una sonrisa siniestra encorvó sus labios. —Porque me mearía en el viejo. Lo odio, él te odia, entonces creo que eso me hace tu nuevo mejor amigo.
Esto era una novedad para Vane. —¿Por qué lo odias?
—Tengo mis motivos y ellos son todos míos y no para consumo público.
—¿Entonces por qué te has quedado en la manada todos estos siglos?
—Otra vez, tengo mis motivos.
Sí, Fury era una criatura rara. —Si ellos alguna vez averiguan que me lo has dicho, te matarán.
El lobo se encogió de hombros despreocupadamente. —Todos moriremos algún día —Fury levantó una ceja mientras Bride se iba acercando por la esquina, luego regresó porque más clientes se acercaron a su pequeña boutique. Él olisqueó el aire. Sus ojos se ensancharon. —Estás emparejado.
Vane lo agarró por la garganta y lo empujó  contra el edificio.
—Tranquilo, Vane —dijo Fury. No había ningún miedo en la bestia. Sólo entretenimiento y honestidad—. No haré daño a tu compañera, pero Stefan y los demás lo harán.
Vane no dudaba de ello. Stefan entregaría ambos testículos para tener la oportunidad de hacerle daño. —¿Quiénes cazan?
—Yo, Stefan, Aloysius, y Petra.
Vane maldijo. Cada uno de ellos tenía un motivo personal que resolver con él, sobre todo Petra, quien lo odiaba porque él la había evitado cuando ella intentó emparejarse con él, y luego él se había metido entre ella y Fang. Si ellos alguna vez supieran de Bride, la matarían sin vacilación... Solamente para herirlo. Y eso era si ellos eran amables. Los machos de su manada lo harían mucho peor si la encontraban.
Siempre que un macho emparejado rompía con la manada, la manada devolvía el golpe castigando a su compañera.
Vane mataría a cualquiera que hiciera eso a Bride. Cualquiera.
—¿Vas a sacar tu mano de mi garganta ahora o tengo que lastimarte primero?
Vane lo pensó, luego lo liberó.
—Agradecido —dijo Fury mientras se acomodaba su camisa con un tirón.
—Mira —dijo Fury, su tono terriblemente serio. —Yo nunca tuve un problema contigo o con Fang, sabes eso. Francamente, ustedes eran los dos únicos Strati que jamás pude soportar. Me figuro muchachos que lo habrán tenido lo suficientemente difícil perdiendo a Anya. No necesitas esta mierda sólo porque tu padre tiene miedo que vayas a apoderarte de su manada.
Vane maldijo. —No me podría importarme menos la manada.
—Lo sé. Créelo o no, odio la injusticia tanto como tu. La última cosa que quiero es ver a los dos únicos lobos decentes en la manada muertos.
Esas fueron palabras inesperadas. Pero por otra parte, Fury se había mantenido a distancia de otros en la manada mucho más que lo que Vane lo había hecho. El lobo no se había fiado de nadie. Confiado en nadie.
Fury comenzada a alejarse de él.
—Fury, espera.
Él lo miró, su ceja arqueada.
—Gracias por dejármelo saber.
Fury inclinó su cabeza.
En ese momento, él sintió una extraña afinidad con el lobo. Para no mencionar el hecho que ahora debía a Fury, y Vane siempre pagaba sus deudas por completo. —¿Por donde estarás?
Fury se encogió de hombros. —No lo sé. Supongo que soy un lobo solitario —Él aulló bajo—. ¿Un cliché infernal, verdad?
El lobo realmente estaba loco.
Vane miró de nuevo a Bride por las ventanas de su tienda y un pensamiento lo golpeó.
—¿Puedo confiar en ti, Fury?
—No —contestó él francamente—. Soy un lobo y siempre voy a hacer lo que sea mejor para mí. ¿Por qué?
Vane vaciló, pero al final, no tenía ninguna otra opción excepto hacer un pacto con el lobo. —Como necesito ayuda por el próximo par de semanas. No puedo estar en dos sitios a la vez.
—Wow —Fury suspiró con incredulidad—. Nunca pensé que viviría para ver el día Vane Kattalakis jamás pidiera a otra alma viviente ayuda.
Él no hizo caso al sarcasmo. —Si me ayudas hasta que Bride esté libre o totalmente emparejada conmigo, me aseguraré que nunca tengas que cazar para otra manada jamás.
Fury no dijo nada.
—Sé lo que te gusta estar solo, Fury —dijo Vane, su voz traicionando su propio dolor al haber sido abandonado a su propia defensa—. Tu me ayudas y te juraré hermandad.
Esto no era algo que jamás se tomara a la ligera. Tomar un juramento de lealtad de sangre era casi tan comprometedor como el acoplamiento. Este era un juramento irrompible. Fury no tenía nadie más sobre esta tierra. Su familia estaba toda muerta y él había venido a ellos como un joven asustado e inexperto.
Fury miró a la distancia antes de asentir. —Bien, Vane. Lo haré.
Vane soltó un lento suspiro mientras presentaba su mano a Fury. Por cualquier razón, se sintió como si acabara de hacer un pacto con Lucifer.
Fury vaciló, luego estrechó su mano. —¿Entonces qué necesitas que haga?
Vane vio que Bride se dirigía de nuevo hacia ellos. —Por ahora, necesito que finjas ser yo, como lobo. He estado haciéndome pasar por la mascota de Bride para protegerla, y ahora que estoy en forma humana, realmente no podría estar cerca como lobo sin levantar sus sospechas —Sobre todo desde que no se atrevía a decirle la verdad sobre él hasta que encontrara algún modo de sacar a los cazadores de su rastro.
Fury se rió de esto. —¿Que condenada buena cosa que ambos tengamos piel blanca, no?
— Sí. ¿Ahora podrías tomar tu forma de lobo?
Fury se paró fuera de la línea de visión de Bride y destelló a lobo. Dos segundos más tarde, él levantaba su pata cerca del pie de Vane.
—Hazlo, Fury, y voy a castrar tu fétido culo.
Él podría oír Fury que riéndose en su cabeza. —Oh —Fury dijo en su cabeza. —A propósito, olvidé de decirte que los demás saben que Fang está en El Santuario.
Vane se quedó helado  una vez más. —¿Qué?
—Sí. Tu padre les dijo que no lo atacaran mientras los osos estaban presentes. Pero al minuto que esté solo...
—Cuida a Bride.
Que…
Vane se destelló al instante a El Santuario.
Fury sentado en la calle, completamente confundido sobre lo que debía hacer.
—¿Vane?
Él no contestó.
¡Ah! mierda. Como lobo él no tenía ningún modo de decir a Bride donde había ido Vane, y la última cosa que quería era tratar con una hembra humana angustiada que no podía encontrar a su compañero.
Eso no estaba bien.
Destellando a forma humana, Fury rápidamente recogió su ropa de la calle y se vistió. A diferencia de Vane, su fuerza era física, no mágica. Él podría manejar la magia, pero ni de cerca con tanta precisión como Vane. Si él intentara ponerse su ropa con sus poderes, tendría la mitad correctamente colocada y el resto, por ahí y no sería raro que un calcetín terminara como una camisa, entonces él se apresuró a vestirse mientras rezaba por que nadie lo encontrara con medio trasero desnudo en la esquina de la calle.
Cuando Bride dio la vuelta por la esquina, él tenía todo excepto sus zapatos.
Ella se detuvo de golpe cuando lo vio poniéndose su bota.
—Una piedra en mi zapato —explicó sin convicción. La mentira tampoco era su fuerte.
—¿Ambos zapatos? —preguntó ella.
—¿Extraño, no?
Ella le echó una extraña mirada antes que explorara el patio detrás de él.
—Si buscas a Vane, él no está aquí.
—¿Lo conoces?
—Uh, sí.
Ella le lanzó una penetrante mirada. —¿Y tú eres?
—Fury.
—¿Fury?
—Sí, lo sé. Mi mamá estaba metida con crack cuando me puso el nombre.
Por la imagen de su cara él podría entender que probablemente debería mantener su boca cerrada.
—Uh-huh  —dijo Bride, dando un paso para alejarse de él.
Fury dio un paso hacia adelante. Ella se estaba asustando ahora, él podía olerlo. —En serio, está bien. No voy a hacerte daño. Vane me dijo que te vigilara hasta que él regresara.
—¿Adónde fue él?
Fury se asustó con la pregunta. Condenados humanos con sus naturalezas inquisitivas. Varias mentiras aparecieron en su cabeza, pero todas ellas probablemente conseguirían meter a Vane en un problema entonces se decidió la que era menos probable que la ofendiera. —Él fue a orinar.
Sí, esto fue estúpido, él se dio cuenta en cuanto su cara se puso roja.
—¿De dónde vienes?
Como podría contestar a eso. Si le dijera que se había tele-transportado a sí mismo desde Nebraska a Nueva Orleans una hora atrás ella habría corrido a llamar a los polis.
Él señaló calle abajo. —De aquel lado.
Ella estaba aún más nerviosa que antes.
Fury le ofreció una sonrisa que esperaba que no fuera demasiado siniestra. No estaba acostumbrado a intentar que la gente no le tuviera miedo. Normalmente se deleitaba haciendo que los humanos se mojaran de terror.
Esto era un extraño cambio de pautas para él.
—En serio —dijo él— juro que soy seguro.
—¿Y yo debería creerte, por qué?
Él hizo una pausa antes que le diera una respuesta que esperaba que la calmaría. —Soy el hermano de Vane y él me daría patadas en mi culo si te hiciera daño.
Bride miró fijamente al extraño, extraordinariamente hermoso hombre delante de ella. A pesar de sus palabras, había un aire de siniestro peligro en él. Él se parecía a la clase de persona que podría cortar la garganta de alguien y luego reírse de ello. —No te pareces a Vane.
—Lo sé —dijo él—. Yo salí a nuestra madre y él a nuestro papá.
—Uh-huh.
Él suspiró y dejó sus botas sobre la tierra. —¿Mira, básicamente me cago en las aptitudes sociales, okey? Solamente finge que no estoy aquí hasta que Vane regrese. Te vigilaré, tu me ignorarás y lo tendremos bien. ¿Suena bien para ti?
Ella no estaba segura. Algo sobre él la hacía querer correr dentro y cerrar la puerta. ¿Ella podría confiar en él?
—¡Hey!, Bride? ¿Puedes atenderme?
Ella miró hacia la entrada de su tienda donde a una de sus clientas regulares estaba parada con un vestido en sus manos. —Seguro Teresa. Estaré allí —dijo ella, alejándose del hombre raro delante de ella.
Él se puso sus botas, luego la siguió.
—¿Qué haces? —Preguntó ella mientras él la arrastraba dentro de su tienda.
—Vigilándote. Sólo no me hagas caso.
Era difícil no hacer caso a alguien que era mucho más alto y espeluznante que ella.
—¿Por cuanto tiempo se ha ido Vane? —le ella preguntó mientras caminaba a través de su boutique.
—No lo sé, él debe haber tenido que ir desesperadamente. Podría ser una cosa de la vejiga. No estoy seguro.
Ella se quedó boquiabierta ante él.
Él la miró sumamente incómodo. —Simplemente, voy a callarme ahora y estaré aquí observando. Eso es en lo que soy el mejor.
Él lo hizo y ella tuvo que estar de acuerdo. Aunque silencioso, Fury era bastante intimidante. Ella tenía que darle el crédito al hombre, él definitivamente conocía su fuerte.
Vane se materializó en la Casa Peltier, justo fuera de la puerta de Fang. Él estaba totalmente quieto, escuchando.
Sintiendo.
No había ninguna perturbación. Ningún olor de alguien más. Ninguna sensación de sentimientos probando el plano de él o de Fang.
Todo parecía completamente normal.
Relajado, empujó para abrir la puerta y encontró a Fang tal como Vane lo había dejado. Solo en su cama.
Vane entró lentamente al cuarto, sólo para asegurarse que Fang estuviera bien.
Él fue al lado más alejado de la cama. Fang no se movió o crispó. Su garganta se oprimió. Fang parecía no respirar.
—Oh Dios, no —dijo él, ahogándose de pánico.
Vane agarró a su hermano, quien al instante ladró y gruñó.
Él apretó su abrazo sobre la piel de Fang. —¡Maldito seas, bastardo! —gruñó con ira—. Te mueres sobre mí y te juro que te arrancaré la garganta.
Fang lo mordió hasta que Vane lo liberó. Su hermano se recostó de nuevo en la cama en su estado comatoso.
—Fang, escucha. Padre sabe que estamos aquí y envió un escuadrón detrás de nosotros. Vamos, háblame.
Él no lo hizo. Fang simplemente, se quedó acostado ahí, mirando fijamente al vacío.
—Vamos, Fang, esto no es lindo para mí. No sé que hacer para ayudarte. Y la señorita Anya tampoco —Él intentó hacer que Fang lo mirara— y yo te extraño.
Inmóvil, su hermano no le respondió.
Vane quiso acogotarlo por su obstinación.
Y entonces sintió una extraña ondulación en el aire alrededor de él. Echó un vistazo sobre su hombro para encontrar que Stefan estaba de pie allí con una sonrisa sarcástica en su cara.
Sin pensarlo un segundo, Vane atacó.

À bistró: en francés en el original: restaurante – bar.
À adelfos: hermano en griego

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