lunes, 9 de enero de 2012

R cap 19

Una semana más tarde.
La parte más difícil de la vida es hacer las paces con tu pasado. Por encima de todo, es hacer las paces
contigo mismo. Las palabras de Ash pendían en la mente de Jess como un sobrio recordatorio del
difícil viaje que había sido llegar a este momento perfecto.
Nunca había pensado en conseguir esta paz, pero al ver a Abigail dormida en el sofá después
de un día entero descubriéndose el uno al otro, sabía que el pasado no le importaba en absoluto.
Sólo el mañana.
Con una sonrisa, se levantó para buscar una manta para ella.
Abigail supo el momento en que Jess había dejado la habitación, aunque estaba
profundamente dormida. No estaba segura de donde provenía ese poder. Pero allí estaba.
Y le hizo saber que algo más estaba aquí con ella.
Abrió los ojos repentinamente mientras se ponía de pie para encontrarse a un hombre
desconocido frente a ella. Se preparó para luchar hasta que vio la marca del doble arco y la flecha
de un Dark-Hunter en la mejilla. Era uno de ellos y sin embargo…
El demonio en ella reconoció al demonio en él. Él era mucho más de lo que parecía y
aparentaba ser un depredador feroz. Llevaba el pelo negro retirado hacia atrás de un bello rostro
que sólo podría describir como despiadado. No había compasión ni siquiera misericordia evidente
en cualquier parte de él.
—¿Nick? ¿Qué haces aquí?
Ella se dio la vuelta para ver que Jess se les unía.
Aquella oscura y terrorífica mirada abandonó la de ella para dirigirse hacia Jess.
—Me dijeron que querías recuperar tu alma.
—Pensé que Ash sería el que la trajera.
Nick frunció los labios ante la simple mención del nombre de Ash, pero no dijo nada de él. Se
limitó a meter la mano en su largo abrigo negro para sacar una pequeña caja de madera. Unas
delicadas volutas decoraban la tapa.
Sin más preámbulos, se la entregó a Abigail.
—Asegúrate de que realmente le amas, incluso antes de intentar la restauración. Si no, lo
matarás y no hay segundas oportunidades.
Antes de que cualquiera de ellos pudiera decir nada, Nick desapareció.
Abigail se estremeció ante la repentina frialdad que Nick había dejado en el ambiente.
—¿Soy yo o eso fue espeluznante y raro?
—Sí, Nick no es exactamente… normal. Es el más joven de nuestra especie y supongo que
todavía no se ha adaptado.
Quiso mencionar que había percibido un demonio dentro de Nick, pero se lo pensó mejor. Si
Nick no quería que nadie lo supiera, podría declararle la guerra a ella. Lo último que necesitaban
era a otro enemigo tras ellos.
Intrigada por el contenido, abrió la caja. Allí, en un nido de terciopelo negro estaba el
medallón rojo brillante que albergaba el alma de Jess. Era tan hermoso que instintivamente quiso
tocarlo. Pero Jess ya le había advertido que le quemaría la piel y le dejaría una cicatriz en la mano
tal y como le pasó a Talon.
Jess se colocó delante de ella.
—¿Qué estás pensando?
Ella sonrió ante el hecho de que no se inmiscuyese en sus pensamientos.
—Cuanto te amo.
—Yo también te amo. —Miró por encima de la tapa para ver el medallón—. Tendrás que
matarme para restaurarme el alma.
—Lo sé, pero…
Él arqueó una ceja ante su vacilación.
—¿Pero, qué?
—No estoy muy segura con esto. Todavía tenemos a Coyote por ahí, queriendo cazarnos. Si
pusiera esto sobre ti, serías mortal otra vez y podrías morir.
—Puedo morir ahora.
Ella negó con la cabeza.
—No tan fácilmente y lo sabes.
—Sin embargo, todavía tendré mis poderes.
Es cierto, pero no estaba segura de si sería suficiente. No se sabía con que trucos podía llegar
Coyote la próxima vez.
—No es lo mismo. ¿Tenemos que hacer esto?
—No. Tengo otra vez mi alma. Técnicamente, ya no estoy al servicio de Artemisa. Hasta
donde sé, no hay nada que diga que tengo que restaurar mi alma una vez que la tengo de nuevo.
Pero no podremos formar una familia sin ella.
—Ya tenemos una familia. Tú, yo… y un irritante Escudero.
Él se rió de eso.
—Sí, creo que Andy es nuestro maleducado hijo adoptivo.
Abigail cerró la caja. Tenía un mal presentimiento en el fondo de su interior que no
disminuía. Algo más rondaba por ahí fuera e iba a venir a por ellos.
—No quiero correr el riesgo de perderte, Jess. No otra vez. Vamos a esperar.
Él cogió la caja de su mano.
—Está bien. Esperaremos.
Esa era una de las cosas que más le gustaban de él. Jamás la presionaba. Las decisiones que
tomaban, las hacían como un equipo. Juntos.
Se miró el sencillo anillo de matrimonio que le reposaba en la mano izquierda. A pesar de
que los Dark-Hunters no podían casarse, se habían fugado hacia seis noches. Fueron a las Vegas,
después de todo. Y Sin tenía una pequeña capilla dentro de su casino, que había proporcionado un
marco perfecto. Zarek había sido el padrino y Hannah su dama de honor. Kat, Sin, Sasha, Choo Co
La Tah, Ren y Andy también habían estado allí como testigos.
Sí, habían desenfundado las armas, pero dado todo lo que les había sucedido, había parecido
lo más apropiado. Y ninguno de ellos había querido arriesgarse a que cualquier otra cosa saliera
mal.
Carpe Noctem. Aprovecha la noche. Eso era exactamente lo que habían hecho.
—¿Seguro que no quieres un diamante para acompañar a ese?
Jess había sido persistente sobre eso desde que ella había rehusado un anillo de compromiso.
Pero no era su estilo.
—Tengo todo lo que necesito y está de pie justo frente a mí.
Jess saboreó esas palabras que habían sido su voto matrimonial. Incluso con ella delante, no
podía creer que la tuviera aquí y que finalmente estuvieran juntos. Que este fuera el rostro que
ahora llevaba en el reloj que ella le había devuelto.
—Pasaré el resto de mi vida, el tiempo que sea, asegurándome de que siempre lo sientas así.
En lo más profundo de sí mismo sentía que ese Coyote vendría a para ellos otra vez. No
sabía lo que el mañana le depararía, pero sabía lo que el presente le ofrecía.
A ella.
Y era todo que él necesitaba.

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