Channon refrescó la frente afiebrada de Sebastian mientras rezaba por su supervivencia y le susurraba que volviera con ella.
Después que estabilizaron a Sebastian, Damos los llevó a una pequeña villa en Sussex en donde humanos y Arcadios vivían y trabajaban juntos. Ella se enteró que a pesar que los Arcadios podían hacer saltos en el tiempo durante la luna llena, también podían usar su magia para hacer saltos laterales de un lugar a otro en un mismo periodo de tiempo en cualquier momento que quisieran.
Realmente no tenía sentido para ella, pero no le preocupaba. En este momento, lo único que importaba era el hecho que Sebastian aún estaba peleando su regreso de la muerte.
Era después de la medianoche. Estaban solos en una gran habitación donde la única luz provenía de tres velas que estaban en un aditamento de hierro en la pared. Sebastian estaba recostado, cubierto con una sábana en una ornamentada cama que tenía imágenes de dragones y trigo, protegida por cortinas blancas.
Los sonidos de la noche le llegaban a través de la ventana abierta mientras esperaba alguna señal de que él despertara.
Ninguna señal apareció.
En algún momento antes del amanecer, el agotamiento la sobrepasó y se enroscó a su lado quedándose dormida.
–¿Channon?
Channon sintió como si flotara, como si ella no tuviera ninguna forma real en absoluto.
De pronto, estaba de pie en un campo de verano con flores silvestres alrededor de ella.
Estaba vestida con una túnica blanca que la dejaba casi desnuda. Había un castillo medieval a la distancia, destacándose en el horizonte. Le recordó uno de los manuscritos que había estudiado.
Nada parecía real hasta que sintió unos fuertes brazos envolviéndola.
Atisbando sobre su hombro, levantó la vista hasta encontrar a Sebastian atrás de ella. Como ella, él estaba prácticamente desnudo, vestía solamente un par de delgados pantalones blancos. La brisa agitó el pelo oscuro sobre su cara, y él hizo aparecer esos matadores hoyuelos. Su corazón aporreaba, se volvió en sus brazos para alcanzarlo, y apoyar su palma marcada sobre su tatuaje de Centinela.
–¿Estoy soñando?
–Sí. Esta es la única forma en que podía alcanzarte.
Ella frunció el ceño.
–No entiendo.
–Me estoy muriendo.
–No, –dijo enfáticamente–. Estas todavía con vida. Vuelve conmigo.
La ternura de su cara mientras la miraba hizo que su corazón golpeara.
–En parte. Pero no tengo la fuerza suficiente que necesito para despertar.
Se sentó en el suelo y la atrajo hacia él.
–Te extrañé hoy.
Ella también, de una forma que no tenía sentido en absoluto para ella, pero los sentimientos rara vez lo tienen. Durante todo el tiempo que él estuvo inconsciente, sintió como si una parte vital de ella se hubiera ido.
Ahora, en el círculo de sus brazos, recostándose sobre él, se sintió bien otra vez. Se sintió completa y cálida.
Sebastian tomo su mano en la de él y jugó con su pulgar, jugueteó delicadamente con sus dedos.
–No puedo perderte –susurró ella–. He pasado horas pensando en mi vida en casa. Era solitaria y vacía. No tengo nadie con quien reír.
Él posó sus labios en su sien y la besó tiernamente. Luego ahuecó su cara entre sus manos y apoyó su frente contra la de ella.
–Lo sé, amor. He pasado mi vida sólo, en cuevas, con la sola compañía del viento de afuera. Pero la única forma de pelear por mi vuelta a ti, es recobrando mis poderes.
–¿Recobrándolos cómo? ¿Cómo los perdiste?
Ella sentía sus labios moviéndose contra su piel al susurrarle, en tanto la acariciaba con la nariz. Era maravilloso tenerlo abrazándola otra vez.
–Los utilicé en contra mía. Puse al dragón y al humano dentro de mí en conflicto.
Su toque la hacía arder. Ella no quería vivir otro día sin sentirlo a su lado, sin ver esa endiablada sonrisa y aquellos profundos hoyuelos.
En conclusión, ella necesitaba a este hombre.
–¿Por que hiciste eso? –le preguntó.
La jaló hacia atrás y besó las puntas de sus dedos.
–Para protegerte.
–¿De qué?
–De mí –dijo simplemente.
Channon lo miro fijamente, desconcertada por sus palabras. Él nunca la lastimaría. Ella lo sabía. Incluso en su verdadera forma de dragón no hizo más que protegerla.
–No entiendo.
Él recorrió con su pulgar la palma, trazando las líneas de su marca. Escalofríos le recorrieron el brazo, tensando su pecho mientras lo observaba.
Cuando su mirada se encontró con la suya, ella vio su dolor.
–Te mentí cuando me preguntaste sobre la marca en tu mano. Parte de la maldición de mi gente es que solo tenemos designada una compañera para nuestra entera existencia, una compañera que no elegimos.
Channon frunció el ceño. Damos se había negado a hablar con ella cuando le preguntó que quiso decir cuando la llamó compañera de Sebastian. Él le dijo que era Sebastian quien se lo tenía que explicar.
Sebastian besó su palma marcada.
–En el momento en que Arcadios y Katagarias nacemos, los Destinos eligen una compañera para nosotros. Pasamos el resto de nuestras vidas tratando de encontrar nuestra otra mitad. Diferente de los humanos, no podemos tener una familia o hijos con ninguna otra que no sea nuestra compañera. Si fallamos en encontrar nuestra otra mitad, estamos condenados a vivir nuestras vidas solos. Como humana, tienes la libertad de amar a cualquiera. Puedes amar más de una vez. Pero yo no puedo. Tú, Channon, eres la única mujer que puedo amar en cualquier tiempo o lugar. La única mujer con la que puedo tener una familia. La única mujer que yo siempre desearé.
Ella recordó la teoría de Platón sobre la raza humana constituida por dos mitades de la misma persona –la masculina y la femenina– separadas por los dioses. Ahora se daba cuenta que la teoría de Platón estaba basada en la realidad de la gente de Sebastian, no de la de ella.
–Entonces, ¿qué es lo que necesitas para recuperar tus poderes?
Él pasó sus dedos por sus labios y fijó su mirada en ella con desesperada necesidad. Ella sabía que él todavía se contenía, todavía impidiéndose besarla.
–Tu tienes que reclamarme como tu compañero –dijo quedamente–. El sexo regenera nuestros poderes. Los aumenta. Yo intentaba tan duramente impedir forzarte a una Reclamación que los enterré demasiado profundamente. Hay un equilibrio delicado en todos los Arcadios y Katagaris, entre la mitad humana y la animal. Yo luchaba conmigo mismo con tanta fuerza para protegerte que rompí el equilibrio.
–¿Solo puede ser recuperado reclamándome?
Él asintió.
–Y este Reclamo, ¿qué es exactamente?
Él trazó la línea de su mandíbula, haciéndola arder de adentro hacia afuera.
–Cuando me Reclamas, me reconoces como tu compañero del alma. La ceremonia es realmente simple. Tú colocas tu palma marcada sobre la mía y luego me tomas en tu cuerpo. Me sostienes ahí y dices, “Te acepto como eres, y siempre te sostendré cerca de mi corazón. Caminaré a tu lado por siempre.”
–¿Y luego?
–Repito las palabras para ti.
Eso le parecía demasiado fácil. Si eso era todo, ¿por que él peleó tan arduamente?
–¿Eso es todo?
Él titubeó. Interiormente, ella gimió.
–Conozco esa mirada, –dijo alejándose ligeramente–. Cuando no me estás diciendo toda la verdad tienes esa mirada.
Él le sonrió y besó castamente su mejilla.
–Esta bien, hay algo más. Cuando nos unamos mi instinto natural te ligara a mí.
Eso tampoco sonaba tan mal.
–¿Ligarme como?
–Con sangre.
–Ok, no me gusta esta parte. ¿Que quieres decir con sangre?
Él dejó caer las manos y se reclinó sobre ellas para mirarla.
–¿Sabes como se unen los humanos como hermanos de sangre?
–Sí.
–Es básicamente lo mismo, pero con una gran diferencia. Si tomas mi sangre en ti, nuestras vidas mortales estarán completamente unidas.
–¿Quieres decir que nos convertiremos en una sola persona?
–Algo así.
–¿Recuerdas cómo es Átropos?
Ella meneó su cabeza.
–No, ni idea.
–Ella es una de las Moiras, los Destinos. Ella es quien nos asigna nuestras compañeras cuando nacemos, y si nosotros decidimos unirnos con esa compañera, su hermana Cloto, que es la que hila nuestras vidas, combina nuestros hilos de vida juntos. Al final de una vida normal Átropos cortará el hilo y causará la muerte. Pero si estamos unidos y nuestro hilo es uno, entonces ella no podrá cortar uno sin el otro.
–Moriríamos juntos.
–Exactamente.
Wow, ese era un gran compromiso. Sobretodo para él.
–Entonces tendrás la duración de vida de un humano.
–No. Mi hilo es más fuerte. Tendrás la duración de vida de un Arcadio.
Pestañeó ante eso.
–¿Estas diciendo que viviré cientos de años?
Él asintió.
–O podríamos morir los dos mañana.
–Whoa. ¿Hay algo más? ¿Recibiré también alguno de tus poderes? ¿Control mental? ¿Viajar a través del tiempo?
Sonriéndole, le dijo
–No. Lo siento mis poderes están atados a mi nacimiento y a mi destino. Une sólo nuestras hebras de vida.
Channon sonreía mientras se levantaba y arrodillaba entre sus piernas. Se acuclilló sobre él, forzándolo a recostarse sobre sus brazos en tanto se cernía sobre él. Ella se mordió el labio mientras le clavaba la mirada a su cara tan bien parecida, a aquellos labios que ella se estaba muriendo por saborear.
–Entonces, ¿lo que me ofreces es un bellísimo, increíblemente sexy hombre, que estará completamente consagrado a mí por los próximos cientos de años?
–Sí.
Sonrió ampliamente.
–¿Alguien que nunca se descarriará?
–Nunca.
Lo forzó a acostarse sobre el suelo mientras lo montaba a horcajadas apoyándose hacia delante en sus brazos así su cara quedaba a unos centímetros sobre él. Sintió su fuerte erección a través de sus pantalones presionando su centro. Cómo lo deseaba. Pero primero quería estar segura de haber entendido todas las consecuencias.
–Sabes, es realmente difícil decir no a esto. ¿Que aspecto negativo puede haber?
Movió las caderas bajo ella, haciéndola arder, y le colocó un mechón de cabello tras la oreja. Aun no la tocaba, y ella sabía que él le estaba dejando la iniciativa a ella.
–Los Katagaris me quieren muerto –dijo seriamente–. Nunca cesarán en venir tras nosotros, y como estoy desterrado, seremos sólo los dos para combatirlos. Nuestros hijos serán Arcadios y no humanos, y ellos también deberán pelear contra los Katagaris. Pero lo más importante, deberás permanecer en la Edad media.
–¿Por que?
–Debido a la electricidad de tu época, Arcadios que son animales como los halcones, panteras, lobos, osos y otras especies pueden vivir en tu mundo. Si accidentalmente se transforman, su forma animal es pequeña o suficientemente normal para esconderse de los humanos.
–Pero si te conviertes en un dragón, tendríamos una película de Godzilla.
–Exactamente. Y tu época esta llena de artefactos eléctricos que podrían incapacitarme completamente. No es una ofensa, pero no apreciaría ser el experimento científico de alguien. Estar ahí, hacer eso y vender una remera para beneficiarme.
Ella se sentó derecha, aun sobre él, mientras digería todo esto.
El hombre le ofrecía el trato de su vida.
Sebastian la observaba cuidadosamente. Todo su control estaba en mantener sus manos lejos de ella cuando lo que más quería era hacerle el amor. Le había dicho todo. Ahora dependía de ella, y temblaba del miedo de que ella lo dejara.
Tomo sus manos y las apoyó en su cintura.
–¿Nuestros bebes serán normales?
–Perfectamente normales. Crecerán como los chicos humanos con la única excepción de que no serán adolescentes hasta sus veinte.
–¿Y eso es un inconveniente? –Él sonrió–. Oh, ya que estamos, no estas más desterrado.
Sebastian frunció el ceño.
–¿Qué?
–Cuando torturaban a Damos, los Katagaria admitieron que te engañaron para así poder robar el tapiz de Antiphone. Pero ella se negó.
–¿Por qué? ¿Que es lo que era tan importante sobre el tapiz?
–Desdichadamente nada, pero ellos creían que escondía el secreto de su inmortalidad. Parece ser que una leyenda Katagaria decía que la nieta de su creador había escondido sus secretos en el trabajo que ella hacía en su honor. Capturaron a Damos, pensando que lo tenía. Y cuando supieron que sólo tu sabias donde estaba, arreglaron el trato contigo.
–¿Mi hermana murió por ninguna razón?
–Shh –le dijo, colocando su mano sobre sus labios–. Solo estate contento que la verdad se conoció y el tapiz está seguro. Damos quería limpiar el pasado.
Sebastian no lo podía creer. ¿Después de todo este tiempo su exilio había sido levantado?
Eso significaba un hogar real para Channon en donde estaría segura. Un hogar en donde sus hijos estarían seguros.
Channon deslizó su cuerpo sobre el de él e inspiró.
–Eso significa que ya no estás solo, Sebastian. Realmente no me necesitas.
–Eso no es verdad. Te necesito más de lo que alguna vez necesité a alguien. Mi corazón estaba muerto hasta que miré en tus ojos. –Ahuecó su cara en sus manos–. Quiero que me Reclames, Channon –dijo fieramente–. Quiero pasar el resto de mi vida despertando contigo en mis brazos y sintiendo tu pelo en mi palma.
Ella se ahogó cuando escuchó sus palabras. Él la había escuchado.
–Yo también lo deseo.
Sonriendo rodó con ella, sosteniéndola contra el suelo y haciéndole sentir cada centímetro de su cuerpo.
Se besaron con frenético apuro en tanto se ayudaban a desvestirse.
Channon lo empujó, mientras sus cuerpos desnudos se deslizaban uno contra otro.
–¿Contará que lo estemos haciendo en un sueño?
–Esto no es realmente un sueño. Es un lugar alterno.
–Sabes, me asustas cuando hablas de esa forma.
Le sonrió.
–Tengo mucho que enseñarte sobre mi mundo.
–Y yo estoy deseando aprender todo.
Channon besó aquellos labios deliciosos mientras lo rodeaba con sus piernas desnudas. Ella sintió su erección contra su cadera, y la hizo arder con necesidad.
–¿Estás segura sobre esto? –le preguntó, mordisqueándole la barbilla–. Abandonarás todos los episodios futuros de Buffy.
Ella exhaló bruscamente entre sus labios pensándolo otra vez.
–Debo decirte que es una decisión difícil de tomar. Ver enojarse a Spike y ser todo Spikey, versus unos doscientos años haciendo el amor con un dios griego –ella chasqueó su lengua–. ¿Qué debe hacer una mujer?
Ella gruñó al sentir su lengua recorriendo su oreja y susurrando
–¿Qué puedo hacer para influir en tu veredicto?.
–Ahí tenemos un muy buen comienzo –suspiró ella mientras la recorrían escalofríos y él hundía su cabeza para atormentar su pecho con su boca caliente–. Supongo que deberé buscarme otro pasatiempo que ver televisión.
–Creo que puedo ayudarte con eso. –Rodó otra vez para colocarla sobre él.
La intensidad de su mirada la abrazó.
–La tradición demanda que tu deberás estar a cargo de esto, mi lady. Toda la idea tras el Reclamo es que la mujer sitúa su vida y confianza en las manos de su compañero. Una vez que me aceptes, el animal dentro de mí hará lo que sea necesario para mantenerte a salvo.
–¿Como cuando te convertiste en un dragón frente a todas esas personas?
Él asintió. Ella sonrió.
–Sabes, es una pena que no te conociera en tercer grado. Estaba este...
Él cortó sus palabras con un beso.
–Mmm –suspiró ella– me gusta eso. Ahora... ¿donde estábamos?
Ella mordisqueó el camino del mentón hasta su pecho.
Sebastian gruñó cuando ella encontró su pezón y lo saboreó con la lengua y los labios. Él sintió los poderes surgiendo otra vez, sintió el aire alrededor de ellos cargándose con la fuerza de esto.
Channon lo sintió también. Ella gimió mientras la energía se movía alrededor de su cuerpo, acariciándola.
Sebastian mantuvo su mano izquierda en alto. La marca de su palma resplandecía y brillaba. Mirándolo a los ojos, Channon cubrió la marca con la de ella entrelazando sus dedos con los de él.
El calor engulló su cuerpo y sintió algo caliente y demandante precipitándose dentro de ella. Vio la bestia en sus ojos y al hombre mientras respiraba trabajosamente.
Era lo más sexy que ella hubiera contemplado.
Arqueando su espalda, levantó sus caderas y lo tomó profundamente dentro de su cuerpo.
Ellos gruñeron al unísono.
Ella observó la cara de Sebastian mientras descendía suavemente sobre él.
–Uh… olvidé las palabras.
Él sonrió mientras elevaba su cadera, introduciéndose tan profundamente en ella que gimió.
–Te acepto como eres.
–¡Oh! –ella respiró, luego recordando lo que estaba haciendo, repitió sus palabras– te acepto como eres.
–Y siempre te sostendré cerca de mi corazón.
–Umm, hmmm. Definitivamente te sostendré cerca de mi corazón.
–Caminaré a tu lado por siempre.
Ella colocó sus manos sobre su pecho, sobre su corazón.
–Caminaré a tu lado por siempre.
Los ojos de Sebastian se oscurecieron misteriosamente. Levantó su mano libre y la colocó sobre su cara. Su voz era profunda, un bajo gruñido, un cruce entre la voz del dragón y la voz del hombre. “Te acepto como eres, y siempre te sostendré cerca de mi corazón. Caminaré a tu lado por siempre.”
Apenas terminó sus palabras sus dientes crecieron, alargándose y afilándose y los ojos se oscurecieron del color de la obsidiana.
–¿Sebastian?
–No tengas miedo –dijo descubriendo sus colmillos–. Es el dragón queriéndose ligar contigo, pero yo tengo el control de ello.
–¿Y si yo quiero unirme a ti?
Él vaciló,
–¿Entiendes lo que estas haciendo?
Channon se detuvo con el adentro de ella y trabó su mirada con la de él.
–He vivido sola toda mi vida, Sebastian. No quiero vivir así ni un día más.
Él se sentó, manteniéndolos unidos.
Channon siseó de lo bien que lo sentía y rodeó su cintura con su brazo libre y él a su vez la atrajo más cerca.
Ella elevó sus caderas para luego dejarse caer en él.
–Eso es amor, reclámame como tuyo –Sebastian dejó que lo montara suavemente mientras esperaba que más poder regresara. Él necesitaba estar en total control para seguir.
Las manos marcadas estaban unidas y la sostuvo más cerca para poder sentir su corazón latiendo rápidamente.
Cuando estuvo seguro que sus poderes estaban perfectamente alineados, bajó su cabeza y hundió sus dientes gentilmente en su cuello.
Channon tembló al sentir su caliente respiración y sus dientes en ella, pero por extraño que pareciera, no había dolor. En cambio, había un placer erótico tan intenso que su cuerpo explotó en una sensación de colores y sonido. La cabeza cayó hacia atrás, sintiendo la fuerza de él moviéndose a través de ella, el aroma de él engulléndola. Era electrizante y terrorífico. Su vista se hizo más aguda y clara, y sintió sus dientes alargarse.
Gruñendo, supo instintivamente qué se suponía que debía hacer. Se aferro febrilmente a sus hombros, levantándose sobre sus brazos. Luego se inclinó hacia adelante y hundió sus dientes en su hombro.
Por un instante, el tiempo se detuvo con ellos unidos. Channon no podía respirar en tanto su cuerpo y mente se unían con las de él en un lugar que ella ni sabia que existía. Eran solo ellos dos. Sólo sus corazones latiendo, sus cuerpos acoplándose.
Sebastian siseó al sentir su unión. El aire alrededor crepitó y giró mientras ellos alcanzaban juntos el orgasmo tan intenso, tan poderoso, que gritaron al unísono.
Jadeando y sin fuerza, él besó sus labios, sosteniéndola mientras sentía sus dientes retraerse.
–Eso fue increíble –dijo ella aún aferrándose fuertemente a él.
Él sonrió.
–Demasiado malo es que sea algo de “solo una vez”.
–¿En serio?
Él asintió.
–Eres totalmente humana otra vez. Excepto que ahora tienes una larga vida por delante.
Ella se mordió el labio dirigiéndole una mirada caliente y llena de promesas.
–Y a mi propio mimado dragón.
–Ay, milady. Y puedes mimarlo en cualquier momento que quieras.
–Bueno, si es así, no quiero despertarme.
–Tampoco yo, mi amor. Tampoco yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario