Una semana después.
Fang permanecía en el cuarto de juegos de Trace mientras Vane le cambiaba el pañal al niño. Era tan extraño verle haciendo algo como eso después de todas las batallas que ambos habían luchado. Las manos de Vane estaban un poco más sangrientas que las de Fang y todavía estaba allí…
Un padre cariñoso.
Chillando de risa, Trace se estiró hacia su padre cuando Vane lo levantó y le frotó la espalda, alisando la camiseta amarilla de Bob Esponja. Trace envolvió sus rollizos bracitos alrededor del cuello de Vane y le plantó un húmedo beso en la mejilla. Maldición, ellos dos se parecían mucho.
Excepto en que Vane no babeaba tanto.
Esto le hizo preguntarse qué habría sido de haber tenido ese tipo de relación con su propio padre y lo hubiesen echado de casa al igual que habían hecho con Aimee. Ella estaba devastada por la pérdida de su familia. Y no podía culparla de todo.
Nicolette, con todos sus defectos, amaba a sus hijos.
Vane bajó a Trace de modo que pudiera correr a agarrar sus juguetes.
—Mantengo lo que dije. Los dos sois bienvenidos aquí durante todo el tiempo que necesitéis quedaros.
—Gracias. –Fang observó como Trace agarraba una pieza de LEGO y la comprobaba—. Y no solo por eso —. señaló a Trace con un gesto de la barbilla—. No puedo creer lo que quisiste arriesgar por mí.
Vane se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, pero ambos sabían que no era así. Había sido un infierno lo que Vane había hecho y Fang todavía no entendía realmente el por qué.
—Somos hermanos, Fang. Nada jamás cambiará eso.
—Yeah —. Señaló a Trace con un movimiento de la barbilla—. Pero yo nunca fui tan mono.
Vane se rió.
—Cierto.
Más que nada, Fang no podía creer que Bride hubiese permitido a Vane ir y hacer tal ofrecimiento a Savitar, sabiendo que también habría sido su vida. Su sacrificio borró cualquier herida que le quedara de estar atrapado en el Reino de las Tinieblas. Por primera vez desde que había dejado su cama en la Casa Peltier, se sentía nuevamente cerca de su hermano.
—Sabes que te quiero, ¿verdad?
Vane lo atrajo en un estrecho abrazo.
—No quiero perderte otra vez. La próxima vez que lleves a cabo uno de esos actos de desvanecimiento, ya sea en este mundo o en el siguiente, juro que te patearé el culo.
Fang se rió mientras apartaba a Vane de él.
—Tío, deja de abrazarme. Eres un pervertido.
Vane le dio un puñetazo en el brazo.
—Menudo gilipollas.
Trace jadeó.
—¡Papi dijo una palabrota!
Fang lo alzó del suelo y se rió.
—Díselo, cachorro. Mantén a tu papá por el camino recto.
Pero por primera vez en años, casi se sintió completo otra vez.
Aimee todavía vacilaba alrededor de Bride y de la compañera de Fury, Angelia. Alta y rubia, Lia era una loba Arcadiann que había pertenecido a la manada en la que Fury había nacido. Ellos se habían reencontrado la última vez cuando Lia había ido al Santuario para darle caza y matarle.
Ahora lo único que mataría Lia sería al que mirara a Fury con recelo.
Sip, la vida era de todo menos predecible.
Lia se estaba quedando allí con ellos mientras Fury iba a encontrarse con Sasha para obtener alguna novedad sobre lo que estaba sucediendo en el Santuario. Aimee no podía permanecer en aquel silencio y Fury se había ofrecido voluntario para ser el enlace con sus hermanos.
—¿Aimee? ¿Podrías poner la mesa?
Cuando fue a por los platos, un destello cerca del umbral de la puerta llamó su atención. Dev se materializó en la cocina detrás de ella.
Aimee casi deja caer los platos. Nadie de su familia le había dicho una sola sílaba desde que Maman la había echado.
Dev miró avergonzado a Bride y Lia antes de volver su atención a ella.
—¿Puedo tener unas palabras contigo?
Pasándole los platos azules a Lia, le condujo a la sala de estar donde podrían hablar sin tener a los otros escuchando la conversación.
—¿Qué ocurre?
Él materializó su maleta.
—Quería que tuvieras tus cosas. No estoy de acuerdo con lo que hizo Maman, ninguno de nosotros lo está. Tratamos de ablandarla…
—Pero es Maman.
Él asintió cuando dejó la maleta en el suelo al lado del sofá.
—No quiere escucharnos ahora. Seguimos esperando cada día a que se ablande y nos envíe a uno de nosotras tras de ti, pero eso no sucede. En verdad te echo de menos y quiero que sepas que puedes llamarnos siempre que necesites algo.
Su oferta la calentó completamente. Desafortunadamente, no iba a ser capaz de meterle en esto. No sin conseguir meterle en montones de problemas y arriesgarle a tener que unirse a ella aquí en el hogar de los Kattalakis.
—Maman se pondría furiosa.
Él se encogió de hombros.
—Soy adulto. Puedo arreglármelas.
Sí, claro. Nadie era así de adulto. A Maman no le gustaba que nadie fuera en contra de sus deseos—como demostraba la actual situación de Aimee.
—Así que, ¿Cómo vais? –preguntó ella, muriéndose por las novedades.
—Es tenso. Hay un montón de chusma que entra, pensando que pueden pasarse de la raya ya que piensan que no tienen que temer la ira de Savitar. Pero Remi está desatado ya que no hay leyes de eirini en el lugar que lo restrinjan. Todos nosotros estamos dejando salir algunos de nuestros más predatorios instintos—. Ahí fue cuando ella se dio cuenta de lo lastimados que estaban sus nudillos.
Sacudió la cabeza, divertida a la par que preocupada por sus hermanos.
—¿A cuántos has matado?
—A ninguno, pero siempre hay un mañana.
Se rió a pesar de sí misma.
—Estás enfermo.
Él sonrió con orgullo—dioses, como extrañaba esa sonrisa come mierda suya.
—¿Qué hay del resto de la familia? ¿Van a volver?
Eso lo puso serio inmediatamente.
—Todavía están en Oregón. Cuando los cachorros nazcan, volverán.
Eso era lo que se había imaginado.
—Entonces tendréis que huir otra vez. Moviéndoos de un lugar a otro como solíamos hacer.
—No—. Aquellos ojos azules suyos la atravesaron completamente—. Esta es nuestra casa. Nadie va a perseguirnos.
Su corazón dejó de latir con lo que estaba diciendo. Seguir llevando el club sin el respaldo de Savitar era un suicidio.
—¿Maman está segura?
—Sip. Después de todo Dante lleva un club que no es un limani y no tienen demasiados incidentes.
—Claro, pero…
—Es una decisión que hemos tomado todos, —dijo ella, cortando sus protestas—. Además, hemos añadido algunos otros a nuestra compañía, incluyendo a Constantine, quien estará aquí para defendernos siempre que lo necesitemos.
—Es lo menos que puede hacer.
Él asintió estando de acuerdo.
—Los Dark-Hunters también están tomando posiciones por la noche para ayudarnos y Kyrian y Talon, diablos incluso Valerius, están asegurándose de pasarse de visita… solo por si acaso. Y por supuesto Nick esta mucho por allí, estoy a punto de cobrarle alquiler al pequeño bastardo.
Ella se rió ante eso último, aunque las noticias la sorprendían. Mientras que ellos habían sido los dueños durante décadas, no se había dado cuenta de la extensión de su lealtad.
—¿De verdad?
—Sí. Desde que los Dark-Hunters no pueden estar unos alrededor de los otros sin drenar sus poderes, se turnan cada noche. Así en conjunto, no es tan malo como piensas.
Aimee entrecerró la mirada sobre él.
—¿Pero?
—¿Pero qué?
—Hay un pero en tu tono.
Él metió las manos en los bolsillos de una forma que le recordaba a un chiquillo avergonzado.
—No lo sé. Yo solo tengo un mal presentimiento y creo que Maman también. Realmente ha estado al límite estos últimos días.
—Maman siempre está al límite.
—Cierto, pero esto es… —su voz se disolvió cuando miró más allá del hombro de ella.
Aimee se volvió para ver a Fang en el umbral.
Hubo un instante de tensión entre ellos. Igual que dos enemigos que se miden el uno al otro como si estuviesen esperando una oportunidad para golpear. Odiaba que los dos hombres que más significaban para ella estuviesen así de incómodos juntos.
Volvió a mirar a Dev para verle bajar la mirada a su mano, la cual todavía no estaba marcada.
Él se aclaró la garganta.
—Será mejor que me vaya.
—Dev, espera—. Fue a besarle en la mejilla—. Gracias.
—No hay problema—. Se marchó demasiado rápido, le sorprendía que no hubiese un rastro de vapor.
Fang se adelantó, con expresión de disculpa.
—Lo siento mucho, Aimee.
Ella le posó la mano sobre los labios.
—Nunca te disculpes por amarme, Fang. Esa es la única cosa en mi vida que no cambiaría.
Tiró de ella contra él.
—Sí, pero odio lo que esto te está costando.
Al igual que ella, pero nunca dejaría que lo supiera. Aimee inclinó la cabeza contra su hombro. Siempre se sentía tan bien a su lado. Incluso en la noche cuando él dormía como un lobo. Siempre se tendía cerca de ella y la mitad del tiempo lo utilizaba de almohada. Nunca se quejaba.
Fang cerró los ojos y la sostuvo. No lo entendía, pero estar con ella era igual que llegar a casa. Había oído esa expresión durante toda su vida pero nunca la había entendido realmente hasta ahora.
Y mientras la sostenía, su mano empezó a arder como si estuviera en llamas. Maldiciendo, retrocedió.
—¡Aug! – Jadeó Aimee, sacudiendo su propia mano antes de soplar la palma.
Los dos se quedaron congelados en el sitio cuando la realidad los golpeó con fuerza. Supieron de qué se trataba al instante.
Estaban emparejados.
Aimee se movió para poner su brazo bajo el suyo y mantener su mano al lado de la suya y así pudieran ver las marcas que aparecieron juntas. El muy estilizado símbolo era similar al de Vane y Fury, pero lo bastante diferente como para marcarlo como suyo.
Después de todo ese tiempo…
Finalmente sabían la realidad que siempre habían sabido en sus corazones.
Aimee posó su palma marcada sobre la suya y apretó la mano que le agarraba.
—Parecen cabezas de lobo.
Fang frunció el ceño.
—No, no lo son.
Ella volvió nuevamente su mano.
—Sí, lo son. Tiene orejas y todo.
Fang inclinó la cabeza cuando se dio cuenta que ella tenía razón. Parecía la silueta de un lobo.
—¿Estás segura de esto?
—¿Debería no estarlo?
Honestamente, medio esperaba que en cualquier momento le salieran cuernos. No es que la condenara después de todo lo que había tenido que atravesar.
—No lo sé… quiero decir, esto te costará todo.
Aimee tragó. En cierta modo era verdad, pero por otro lado…
—Tú no me lo costarás. Siempre supe que no tendría elección sobre quien elegirían Los Destinos para mí y sinceramente, no lo habría elegido de otra manera. Ni una sola vez soñé que sentiría hacia mi compañero lo que siento por ti, Fang. ¿Crees que atravesaría los dos reinos del infierno por alguien más?
Él se rió.
—Espero que no.
Aimee mantuvo su mano en las de ella mientras caminaba al interior de sus brazos hasta que sus pechos quedaron presionados contra su pecho.
—¿Cómo te sientes por ello?
Fang tragó cuando sintió su cuerpo endurecerse. Demonios, ella era la mujer más hermosa que había visto jamás. Y al igual que ella, nunca había soñado que se sintiese de esa forma hacia otra persona, ni siquiera hacia su compañera.
—Aliviado de no ser un completo estúpido.
—¡Fang! –dijo ella en tono de regaño
Él parpadeó con inocencia.
—¿Qué?
Aimee sacudió la cabeza.
—Tenemos que hacer algo con tu brutal honestidad.
—Como si tú no hubieses tenido el mismo pensamiento.
Vale, quizás un poco, pero nunca lo admitiría en voz alta.
—¿Vais a venir a comer, vosotros dos?
Odiando la interrupción, miró más allá de él para ver a Bride en el umbral.
—Ya vamos.
Cuando empezó a apartarse, Fang la apretó contra él.
“Solo quiero sentirte aquí un minuto más”, le proyectó a ella.
Su visión nadó en ello. La mantuvo sobre ella como si fuera la cosa más preciosa que había tocado y esto hacía que el amor en ella creciera. Dioses, como amaba la forma en que se sentía contra ella. La dureza de su cuerpo. El profundo olor masculino de su piel. Podría quedarse así para siempre.
—¿Tío Fang?
Sonriendo, Aimee bajó la mirada para ver a Trace tirando de la pierna de Fang.
—¿Qué necesitas, chaval?
Trace envolvió sus bracitos alrededor de la pierna de Fang, la apretó y entonces corrió hacia la cocina.
Aimee se rió.
—Supongo que él necesita lo mismo que yo.
—Supongo que sí—. Fang tomó su mano en la de él y tiró de ella hacia el comedor.
Bride fijó en ellos un severo ceño fruncido.
—¿Qué estabais haciendo vosotros dos?
Fang miró a Aimee y entonces se volvió a Bride.
—¿Qué?
—Parecéis dos lobos que han encontrado un hueso. —Esa era una expresión Katagaria que venía a decir lo mismo que el gato que se ha comido un canario.
La mirada de Bride descendió a la mano de Fang. Ella jadeó y casi deja caer el bol de ensalada que estaba sujetando. Dejándolo sobre la mesa, le arrebató la palma para mirarla.
—Oh, dioses, ¡Estás emparejado! —entonces sus ojos se ensancharon—. Realmente espero que sea a Aimee.
Aimee se rió antes de tenderle la palma boca arriba para mostrársela.
—Afortunadamente. De otra manera, tendría que matar algo y después pegar al insensato de Fang.
El alzó las manos en rendición.
—Hey, ya sabes que mis futuras sesiones están todas bajo tu control.
—Derecho exclusivo, chico.
Vane entró en la habitación y miró alrededor con un sorprendido gesto.
—¿Qué está pasando?
—Tu hermano está emparejado.
—Sí, a Angelia.
—No, es Fury, cariño.
Le tomó un segundo entender las noticias. Vane jadeó ante ellos antes de tenderle la mano a Fang.
—Felicidades.
—Gracias —. Dijo Fang, estrechándola.
Lia llegó corriendo desde la cocina.
—¡Déjame ver! — le dijo a Aimee. Ella sonrió abiertamente mientras comparaba sus marcas, las cuales eran básicamente la misma a excepción del color. La de Aimee era azul mientras que la de Lia era roja—. Bienvenida a la familia. No es que no estuvieses ya aquí, pero ahora es oficial.
A pesar de su felicidad, esas palabras trajeron una punzada de dolor cuando Aimee se dio cuenta que su familia de nacimiento nunca sería así de feliz por ella.
Era tan injusto.
Pero no dejaría que eso empañara su alegría. Al menos eso era lo que se decía a sí misma. La verdad, sin embargo, es que lo hacía. Sin importar lo que había sucedido, su familia era su familia y ella los quería con ella.
Su ausencia le dolía profundamente en el corazón, pero se negaba a mostrarles eso a los demás. Estaban felices por ella y ella estaba tan agradecida por sus palabras que no podía comunicar ni una parte de lo que sentía. Así que se sentó allí, conteniendo las lágrimas mientras Vane y Bride sacaban champán y todos lo celebraban.
Incluso Fury cuando regresó estaba conmovido. La besó en la mejilla y estrechó la mano de Fang.
Aimee se excusó de ellos y se fue al baño. Al momento en que estuvo sola, cerró la puerta y destelló al callejón en el lado de fuera del Santuario. Estaba completamente oscuro. Bastante sorprendente. Alzó la mirada a la luz que siempre había titilado en su mejor noche.
¿Cuándo iría Griffe a arreglarla?
Extrañando a su familia, fue hacia la puerta para abrirla, entonces se detuvo.
Ellos no serán felices. Las lágrimas se amontonaron en sus ojos cuando esas palabras la atravesaron. Quería correr adentro y decírselo a sus padres. Que se rieran y la felicitaran de la manera que habían hecho con los emparejamientos de sus hermanos. Quería que Dev y Remi y todos los demás la felicitaran.
Eso nunca sucedería.
Vete a casa.
Una solitaria lágrima cayó por su mejilla. Este era su hogar…
Pero ya no lo era. Nunca volvería a ser su casa.
Su hogar estaba con Fang como su compañera. Obligándose a sí misma a dejar el pomo de la puerta, dio un paso atrás. Cuando lo hizo, captó un vislumbre rosa desde la esquina del ojo.
Fue hacia ello. Se le hundió el corazón cuando se dio cuenta que era el cuerpo de su camarera, Tara. Al igual que los otros asesinatos que la policía había intentado culpar a Fang, su sangre había sido completamente drenada.
Pero ella todavía tenía su alma…
Tambaleándose hacia atrás, se dio cuenta en un instante de lo que era.
Un demonio asesino.
Con respiración desigual, se fue hacia la puerta solo para sentir una maligna presencia en el callejón junto a ella.
Alguien chasqueó.
—No pensarás realmente que puedes interrumpirnos y después seguir tu camino, ¿verdad?
De la oscuridad salió no solo uno, si no un ejército de demonios.
� 3$l > x!N ��M g=ES style='font-size:12.0pt;font-family:"Book Antiqua","serif"'>—¿Osbo?Simi resolló como si pensara que él era completamente denso.
—Una familia oso y lobo. Jeez, ¿Nadie entiende el inglés Caronte?
Dev sacudió la cabeza cuando echó un vistazo alrededor a la mezcolanza de criaturas que llamaban hogar al Santuario.
—Esta es una jodida familia.
Fang rió.
—Creo que es la naturaleza de todas las familias ser jodidos.
Aimee se limpió las lágrimas.
—¿Simi? ¿Qué es eso que me dijiste una vez acerca de las familias?
—Tenemos tres tipos de familia. Aquella de la que nacemos, aquella que nace para nosotros y aquella que dejamos entrar en nuestros corazones.
Aimee le tendió la mano a Fang mientras Dev continuaba sosteniéndola.
Familia.
Eso era todo lo que realmente importaba.
Aquellos de los que nacemos, aquellos que nacen para nosotros y aquellos que dejamos entrar en nuestros corazones.
Los que estaban allí reunidos, ellos eran familia y ningún montón de malicia podría cambiar eso. La familia solo podía ser destruida desde dentro.
Nunca desde fuera.
Y esta noche todos estaban más cerca de lo que habían estado nunca antes. Unidos en el dolor. Unidos en espíritu.
Unidos en amor.
Santuario para siempre.
Una Semana Después.
Aimee permanecía en el centro del bar mientras Quinn y Serre sujetaban de nuevo las luces del techo. Estaban intentando levantar de nuevo el bar y ponerlo lo más pronto posible en funcionamiento, pero les estaba llevando algún tiempo recoger los fragmentos y volver a abrir.
Conforme a la costumbre Were-Hunter, habían cremado a sus padres y habían colocado las cenizas en una urna que ahora descansaba en la capilla conmemorativa donde Bastien y Gilbert estaban guardados en una habitación especial de la Casa Peltier.
Aimee la había visitado con ellos justo esa mañana. No creía que alguna vez se acabara la necesidad de ver a su madre o sentir los cariñosos abrazos de su padre.
Los extrañaría siempre.
Fang llegó detrás de ella y le ofreció una taza de té.
—¿Estás bien?
¿Cómo podía realmente responder a eso?
Miró alrededor del daño que habían tenido que reparar. En una noche, sus vidas habían sido alteradas para siempre. Una noche que dejaría una última cicatriz sobre todos ellos.
Pero más allá del dolor estaba la esperanza. Y al igual que la mítica ave fénix, el santuario renacería de las cenizas y sería más fuerte de lo que lo había sido antes.
Quizás nunca recuperaran la licencia de limani, pero estaba bien. Eso les permitiría escoger y elegir a quienes ayudarían y le daría a Remi y Dev la libertad de patear el culo de cualquiera que cruzara la línea.
—Sí, creo que lo estoy. —Le sonrió a Fang antes de que se fuera a ayudar a Dev y Xedrix a mover algunos trastos viejos.
El bar se abriría en un par de semanas. Todo volvería a la normalidad excepto por dos cosas.
Ya no estarían Mamá y Papá Osos Peltier. Ese dolor ardía en su interior.
Pero sus hermanos se habían juntado y los habían nombrado a ella y a Fang los nuevos propietarios del bar. Serían las dos caras que llevarían el legado que sus padres habían comenzado, especialmente ahora que Fang no era culpable de lo que habían hecho los demonios. Stu se había encargado de eso.
Para bien o para mal, el Santuario estaría allí. Y todo el mundo sería igualmente bienvenido, siempre y cuando se atuvieran a la única ley.
Ven en paz o sal en pedazos.
—¿Hey?
Se volvió ante el sonido de la desconocida voz procedente del exterior de la puerta.
—¿Sí?
Un alto hombre rubio permanecía a la brillante luz del día mientras examinaba la construcción.
—¿Cuándo vais a volver a abrir?
Quinn salió de debajo de la escalera.
—Sobre la segunda quincena del próximo mes.
—Fantástico. Os veré entonces.
No fue hasta que se hubo marchado que se todos ellos se dieron cuenta de algo.
Ese hombre había sido un Daimon.
Y estaba caminando a la luz del día.
—Oh, mierda. —jadeó Dev—. Tíos, ¿Creéis que los Dark-Hunters lo saben?
Fang sacudió la cabeza.
—No, y creo que los Dark-Hunters están a punto de estar seriamente ocupados.
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