Dante Pontis no era la más paciente de las criaturas. Y su paciencia se estaba agotando rápidamente.
Había quedado atrapado en una limosina desde el Aeropuerto Hartsfield al hotel con sus hermanos, Mike y Leo, cuando ellos maldijeron y se quejaron del hecho que Dante había obligado a las dos jóvenes panteras a volar desde Minnesota a Atlanta mientras que él y Romeo simplemente se habían “proyectado” hasta este lugar.
Y todo porque la última vez que Romeo y él habían transportado psíquicamente a los gemelos a alguna parte, habían provocado tal escena con su llegada que casi habían sido arrestados por los humanos.
Dragon*Con estaba demasiado atestada de gente para tentar la suerte con la “aparición” de los cuatro ante tantos testigos.
La clave para la supervivencia de los Were-Hunterera mezclarse con los humanos, no hacerlos cagarse del susto. —¿Saben? —les dijo Romeo—. Ambos son afortunados de que no dejé que Dante los franqueara y enviara en una jaula. Eso era lo que él quería hacer.
—Cabrón —le gruñó Leo a Dante cuando lo barrió con una mirada de asco. Con su metro noventa, la pantera todavía estaba creciendo y probablemente igualaría la altura de Dante de un metro noventa y cinco en los siguientes diez años más o menos.
Leo y Mike eran gemelos idénticos que Dante había criado después que su madre los abandonó en la puerta de su padre. Era el comportamiento típico de las mujeres-pantera.
Las mujeres se apareaban con los hombres, quedaban embarazadas, y después dejaban los cachorros para que los hombres los criaran mientras las mujeres rondaban sin ataduras.
Si los cachorros eran hijas, ellas permanecerían en la manada dominada por los hombres hasta la pubertad, la cual les llegaba a la edad de veinticuatro años. Luego todas las crías mujeres de la “estación” formarían su propio grupo y lo dejaría para buscar a sus compañeros.
En los últimos doscientos años, Dante y Romeo habían criado un gran número de crías, puesto que su padre era famoso por dejarles su camada a ellos y seguir su camino.
Al igual que Dante, los gemelos tenían el pelo ondulado y negro y la piel bronceada italiana cuando estaban en la forma humana.
A diferencia de él, ellos tenían sólo sesenta años de edad, lo cual, dado lo larga que eran sus vidas, los hacían prácticamente niños.
Y actuaban como tal.
Era tiempo de matarlos o de escaparse de ellos. Puesto que Romeo aún estaba conmocionado por el hecho de que Dante había matado a su hermano Salvatore por traicionarlos, Dante decidió que sería mejor irse a su habitación antes que Leo y Mike se unieran a Salvatore como pieles en la pared de su club.
—No entiendo por qué tengo que compartir una habitación con Leo —gruñó Mike—. Él ronca.
—No ronco. Por otra parte, tú silbas cuando duermes.
—No lo hago.
Dante dirigió una mirada irritada a Romeo.
—¿Por qué están aquí?
—Para conseguir mujeres —dijo Mike.
Romeo lo ignoró.
—Tenías miedo de dejarlos solos en el Inferno sin mí. La última vez que hiciste eso, ellos incendiaron el lugar.
Dante expulsó un suspiro de disgusto.
—¿Y por qué no los puedo matar?
—Los extrañarías.
Sí, tenía razón. Dante resopló ante eso, mientras le entregaba la llave para Leo y Mike.
—Espera, espera, espera, espera —dijo Leo cuando la examinó—. Éstas no son del nivel de conserje.
Dante le lanzó una mirada aburrida.
—¿Eres conserje? —le preguntó Leo a Romeo.
—Sí.
—¿Por qué no somos conserjes? —preguntó Mike a Dante.
Dante se cruzó los brazos sobre el pecho.
—Porque ustedes no son dignos de serlo.
Mike abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera hacerlo, el rastro de un aroma les llegó a los tres en forma instantánea.
Dante se puso rígido cuando cada hormona de su cuerpo se activó repentinamente y ardió. En contra de su voluntad, se encontró dando media vuelta y examinando la multitud del vestíbulo del hotel.
Él olía a una pantera virgen en celo.
Todos la olieron.
El aroma era inconfundible. Era cálido y dulce. Femenino e inocente. Suculento. Invitante. Y lo hizo salivar por probarla. Su vista de pantera se atenuó cuando examinó las mujeres presentes y no detectó a ninguna de su especie.
—¿Dónde está ella? —dijo Leo, con la voz rasgada como si le costara contenerse a sí mismo.
—Hay demasiados humanos para poder decirlo —dijo Mike mientras inclinaba la cabeza hacia atrás para oler el aire—. Ellos hacen que su aroma se mueva en todas direcciones.
Dante miró a Romeo, que estaba mirando fijamente el elevador. Él giró para observarlo también, y no vio a nadie, salvo a Darth Vader.
—¿La viste? —le preguntó él.
Romeo negó con la cabeza.
—Lo siento. Estaba hipnotizado por la alienígena verde desnuda.
—Arrr —gruñó Mike—. Eres despreciable, Romeo. ¿Qué clase de pantera se fija en una alienígena cuando hay una pantera virgen en celo?
—Una que tiene compañera —le respondió Romeo—. A diferencia de ustedes, perdedores, mis hormonas están contenidas.
Dante olfateó y agitó la cabeza para borrar el aroma de ella antes que sus hormonas animales lo relegaran a las mismas payasadas infantiles que sus hermanos gemelos.
—Sí, y yo quiero mantener las mías de esa forma. Frick y Frack, ustedes son la patrulla pantera. Encuéntrenla y manténgala alejada de mí.
Mike y Leo intercambiaron unas sonrisas malvadas antes de perderse en la multitud.
Dante entornó los ojos ante su apresuramiento. Había veces cuando realmente eran unos perdedores.
—¿No tienes el más mínimo interés? —le preguntó Romeo cuando se dirigieron a los ascensores—. No todos los días nos cruzamos con una pantera virgen.
—Diablos, no. Me ceñiré a las humanas. La última cosa que quiero es una compañera que se aparezca en mi vida una vez al año, follemos dos días, se escape hasta que me entregue mi camada para que los críe sin ella. Sin ofensas, pero papá y tú son tontos, y ya he criado suficientes hermanos para no querer criar nunca mis propios hijos sin el beneficio de una compañera.
Romeo rió.
—Sí, pero para el registro, es un paraíso de dos días.
Dante negó con la cabeza.
—Tú puedes tenerlo. Prefiero tomar mi placer donde y cuando lo encuentre.
Entró al ascensor, luego se detuvo cuando se dio cuenta que Romeo no estaba con él.
—Te alcanzo después —dijo él.
—¿Estás seguro?
Romeo asintió con la cabeza.
—Está bien.
Dante entró y apretó el botón para su piso. Retrocedió, apoyándose contra al vidrio y trató de hacer su mejor esfuerzo para volver a recuperar el control de su cuerpo.
Pero era difícil.
Todos los instintos animales que tenía, demandaban que rastreara este hotel hasta encontrar a la mujer.
Puesto que era un Cazador Katagari, la necesidad de copular con ella era casi insoportable. Los Katagaria eran animales que podían tomar forma humana, pero al final del día, ellos eran animales y no humanos. Su mitad animal sobrepasaba sus sensibilidades humanas y era el corazón animal dentro de ellos que los regía y dominaba sus acciones.
Lo que él necesitaba era estar un tiempo en su habitación donde pudiera tomar su forma animal y apartar a la mujer de su mente.
Era lo bastante viejo para ser capaz de dominar su naturaleza. Para controlarla. Él no dejaría que ninguna mujer lo controlara.
Especialmente una mujer-pantera.
Pandora manejó torpemente su llave cuando la deslizó para abrir la puerta.
¿Qué es lo que iba a hacer? El hombre de ascensor no era Acheron. Y los que vio allá abajo eran hombres pantera. Si ellos atrapaban otro olorcillo de ella...
Estaría perdida. No había forma que el animal en su interior se negara a un macho viril. Estaba en celo y la necesidad de aparearse era demasiado fuerte. Si algún hombre se acercara a ella y su mitad animal sentía la posibilidad de que pudiera fecundarla, ella se lanzaría sobre él.
Cerca de los humanos, ese impulso era controlable. Las posibilidades de que un humano fuera su compañero eran casi imposibles. Así que el animal dentro de ella podría sentirse curioso y atraído, pero se rendiría a su parte humana racional.
Cerca de un hombre-pantera, esa necesidad animal no escucharía razones. Se lanzaría para probar el sabor del macho.
¡Ella no tendría ningún control!
Una sombra cayó sobre ella.
Pandora chilló y saltó hacia atrás cuando levantó la vista para encontrar a uno de los hombres que había visto en la planta baja. Tan cerca de él, no pudo negar sus atributos Panthiras.
Su aroma era innegable.
Era esbelto y poderoso en forma humana. Terriblemente. Su apostura le garantizaría cualquier mujer que atrapara su atención... incluso sus propios sentidos femeninos reaccionaban a él, pero no tanto como para no poder luchar contra ellos.
Aun más peligroso que su innata y feroz masculinidad, su aroma era Katagaria —la rama animal de su especie—, mientras que la de ella era Arcadiana, la rama humana.
Dejando caer la llave de la habitación, ella se agachó para atacar y se sorprendió que el animal dentro de ella no saltara para aparearse con él.
—Todo está bien —dijo él rápidamente—. Te tengo una buena y una mala noticia.
—¿Y cuáles son?
Él levantó su mano para que pudiera ver la marca geométrica en su palma. Al menos eso explicaba la razón de que pudiera resistir el impulso de copular con él.
—Tengo compañera así que estás completamente a salvo de mí.
Pandora aún no estaba lista para confiar en él, pero al menos como una pantera con compañera, él no podría tener sexo con ella. Una vez que un hombre-pantera encontraba a su pareja, él era impotente ante cualquier mujer que no fuera su “esposa”.
—¿Debo suponer que esa es la buena noticia?
Él asintió con la cabeza.
—¿Y la mala?
—Estoy aquí con tres hermanos que no la tienen.
Ella empezó a cerrar con pestillo.
—No, no —dijo él, extendiendo la mano para tomar la de ella. La empujó hacia atrás antes de que llegara hacerlo—. No me tengas miedo. Realmente no quiero hacerte daño ¿estamos? Tengo diez hijas y comprendo tu temor.
Ella aún no estaba lista para confiar en que él no la llevaría a sus hermanos para el disfrute de ellos. Eso era lo que le harían los que la estaban buscando y no tenía ninguna intención de convertirse en el juguete comunitario para todos los hombres solteros de la manada.
—¿Qué quieres?
—Lo creas o no, voy a ayudarte.
Ella eligió no creer eso. Al menos no todavía.
—¿Por qué harías eso?
—Por mis hijas —dijo él sinceramente—. Eres solo una niña y no confío en que Leo o Mike no te hieran. Ellos no lo harían a propósito, pero son demasiado jóvenes y no saben contenerse. Sin duda ambos se lanzarían sobre ti a la vez y quién sabe lo que podrían hacer inadvertidamente.
Y eso era exactamente lo que temía ella.
—Esos son sólo dos hermanos. ¿Qué pasa con el tercero?
—Dante es diferente. Honestamente, serías afortunada de encontrar a alguien como él para tu primera vez. Es un bastardo egoísta que no le gusta compartir nada con nadie y se asegurará que nadie te toque mientras estés con él.
Pero su hermano era aún un animal y ella no tenía ningún interés de tomar un amante Katagari.
—¿Se supone que eso debe consolarme? —preguntó ella.
Él negó con la cabeza.
—No, pero no te preocupes. Dante es mucho mayor que ellos y, para tu suerte, no desea una compañera. Él planea estar alejado, así que puedo apartarlo de ti simplemente diciéndole donde estás.
Pandora se calmó un poco. Él le estaba diciendo la verdad, lo podía sentir. Una de las buenas cosas de su parte animal era que ella sabía si alguien estaba mintiendo o no.
—De acuerdo —dijo ella lentamente—. Gracias por el ofrecimiento de ayuda. No quiero que un Katagari me toque.
Él se ofendió ante eso.
Ella se tensó.
—Lo dicen por ustedes mismos. Ustedes nos llevaron y nos hirieron. Mi hermana mayor fue asesinada por una manada de hombres Katagaria que le quebraron el cuello mientras intentaban aparearse con ella cuando tenía mi edad. Apenas tengo veinticuatro. No quiero morir. No de esa forma.
Eso pareció calmarlo. Se inclinó y recogió la llave del piso.
—Dame algo que tenga tu aroma para que pueda propagarlo por los alrededores y mantener a Leo y a Mike alejados de ti.
Pandora asintió con la cabeza, luego abrió la puerta de su habitación. Fue hacia su maleta y sacó la camiseta con la que dormía.
—¿Conoces a Acheron Parthenopaeus? —le preguntó ella cuando le entregó la camiseta.
—Sí ¿Por qué?
—Me dijeron que lo encontrara. Mi hermana sobreviviente dijo que él podía ayudarme a encontrar un nuevo hogar.
La pantera frunció el ceño.
—No comprendo. ¿Por qué no regresas a tu propio hogar?
Ella suspiró cuando la embargó la frustración. Como desearía que fuera así de sencillo. Si ella fuera una pantera mayor, podría encontrar fácilmente su propio hogar, pero su especie no adquiría sus habilidades psíquicas hasta después de su primer apareamiento.
Incluso entonces, sus poderes tendrían que entrenarse y perfeccionarse para que ella pudiera ejercerlos. Eso era algo que podría tomar décadas, si no siglos, para dominarlos.
—Fui raptada desde el futuro por un grupo de panteras Katagaria y traída a este tiempo en contra de mi voluntad. Desafortunadamente, mis poderes recién están apareciendo y no tengo control sobre ellos o ningún hogar de mi propiedad hasta que los domine. Lo último que deseo es pasar mi período de tiempo o terminar con los dinosaurios.
Él la miró con sospecha.
—Aún no comprendo por qué te trajeron. ¿Por qué ir al futuro por una compañera cuando hay una gran cantidad de manadas aquí?
Ella apretó los puños ante eso.
—Es un estúpido pacto que mi manada hizo con ellos. Puesto que parece que tenemos una abundancia de mujeres, mi manada estuvo de acuerdo en sacrificar un número de mujeres cada generación de ciertas familias para que las panteras Katagaria pudieran dejar al resto de la manada en paz. Cada vez que una de las mujeres nacida en invierno de las familias elegidas empieza su época de celo, la misma manada viene a nuestro hogar y nos lleva a su período de tiempo para aparearnos con ellos. No les gustan las mujeres Katagaria porque ellas no se quedan y crían a los niños. En cambio, nos mantienen y nos usan como esclavas. Mi única hermana sobreviviente me ayudó a escapar después de que me trajeron aquí antes de que pudieran presentarme a su manada. Me envió a Atlanta para encontrar a Acheron. Ella me dijo que él me regresaría a mi época.
—¿Cómo conoce ella a Acheron?
Pandora sintió dolor al pensar que se beneficiaría de la miseria de su hermana.
—Antes de que ella se apareara con uno de sus hombres y tuviera sus propios niños, intentó escapar de su manada. Una noche, ella escuchó furtivamente a los Katagaria hablar sobre un Cazador Oscuro llamado Acheron y después que se fueron a dormir, ella lo buscó en Internet. Al mismo tiempo que encontró bastante información para localizarlo, quedó embarazada y no pudo abandonar a sus niños, así que me dio la información una vez que me trajeron.
—Tienes una magnífica hermana en ella.
—Sí —concordó Pandora—. Es la mejor hermana del mundo y daría cualquier cosa para ayudarla también.
La pantera retrocedió con un suspiro y se dirigió a la puerta.
Ella tomó su brazo para evitar que se fuera cuando se le ocurrió una idea.
—¿Puedes ayudarme a regresar a mi hogar?
Él negó con la cabeza.
—Mis poderes no son tan fuertes. Si quisiera llevar a alguien más aparte de mí a cruzar el tiempo, tendría que esperar la luna llena. El único que puede hacerlo en mi manada sin esperar es Dante y si te acercas a él...
—Lo atacaré para tener sexo.
Él afirmó con la cabeza.
Maldición.
Al menos no todo estaba perdido.
—Pero conoces a Acheron ¿verdad? ¿Él me puede ayudar?
—No lo sé. Él es extraño a veces y nadie sabe nunca cómo va a reaccionar o lo que va a hacer o decir. Pero siempre puedes preguntar. Lo mejor para ti es permanecer en tu habitación donde esperemos que Mike y Leo no te encuentren. Como te dije, ellos son jóvenes y no tienen experiencia en rastrear su presa. Esparciré tu aroma en los alrededores para mantenerlos alejados de ti. Una vez que los tenga ocupados, te traeré a Ash ¿Bien?
Era más que bien. Era genial. Nunca pensó que encontraría a un Katagari que fuera tan amable.
—Gracias —cuando él se alejó, Pandora lo detuvo de nuevo—. De verdad, gracias.
Él le ofreció una sonrisa amable y paternal, y le dio una palmadita en la mano.
—Los animales protegen a los suyos. Estoy haciendo esto para proteger a mis hermanos tanto como para ayudarte a ti. Si ellos llegaran a lastimarte, nunca se lo perdonarían, y tendría que escuchar sus lamentos por toda la eternidad.
Liberándose de ella, se dirigió a la puerta y abandonó la habitación.
Pandora respiró profundo, y por primera vez desde que fue secuestrada de su gente, empezó a relajarse un poco.
Ahora todo lo que tenía que hacer era esperar hasta que regresara.
Pero eso no era tan fácil como lo sería en forma normal. La mujer en ella que estaba entrando a su adultez estaba demasiado consciente del hecho de que había tres panteras sin compañera en el hotel.
Esa parte nueva y extraña en ella quería con ganas el ritual de apareamiento que la llevaría a la adultez.
Lo ansiaba.
Para una arcadiana, el ritual era simple. Ella permanecía en casa, elegiría a una pantera mayor de su manada para que la introdujera gentilmente al lado animal de sí misma. Una vez que liberara todos sus poderes al copular con ella, él le enseñaría cómo cambiar de forma humana a pantera y cómo protegerse y utilizar sus nuevos poderes.
Los Katagaria eran completamente distintos. Había escuchado las historias de horror directamente de su hermana Sefia. Ellos tomaban sus nearas —mujeres vírgenes que estaban celo— y dejaban que todos los hombres sin pareja tuvieran sexo con ella para ver si era la compañera de uno de ellos.
La usaban sin piedad hasta que todos los hombres estuvieran completamente saciados.
Su hermana Sefia había sido una de las afortunadas. En la noche que la desfloraron, Sefia se había emparejado con una pantera Katagari que había decidido mantenerla más como una mascota que como una compañera.
Las mujeres Katagari abandonaban a sus compañeros una vez que terminaba el celo, y sólo regresaban cuando volvían a estarlo. Si un hombre trataba de aparearse con una mujer Katagari que no estaba en celo, ella lo atacaría y posiblemente lo mataría.
Una vez que pasaba la estación, las mujeres Katagari abandonaban a los hombres y se quedaban con sus hermanas para viajar hasta su próximo ciclo de fertilidad. Si la mujer quedaba embarazada, daba a luz entre sus hermanas, y tan pronto como los cachorros eran destetados, los llevaba al padre para que éste los criara.
Las mujeres-pantera arcadianas eran mucho más apreciadas puesto que se regían por corazones humanos que no les permitirían abandonar a sus niños hasta la adultez. A diferencia de sus primas Katagari, las arcadianas se quedaban con sus hijos y sus parejas. Los hombres-pantera no tenían que esperar a que las mujeres arcadianas estuvieran en celo. Ellas eran receptivas a sus compañeros en todo momento.
La peor parte era que un hombre-pantera no podía violar a una mujer-pantera cuando ella estaba en celo. Todo lo que él tenía que hacer era acercarse y ella lo aceptaría gustosamente. Era la naturaleza y una mujer-pantera no tenía control sobre su cuerpo en esos momentos. No escucharía ninguna razón.
Le rogaría que la llenara.
La vergüenza de eso vendría después, después de que concluyera el apareamiento. Luego, la mujer-pantera arcadiana se sentiría avergonzada por haber actuado como un animal y no como una humana.
Pandora lanzó un gemido bajo cuando se encendió de nuevo su deseo y la envolvió. Sus pechos eran pesados, su cuerpo caliente y lleno de necesidad.
Ve...
La orden era irresistible, pero se rehusó a hacerle caso. Ella era humana y no un animal.
El hombre Katagari regresaría con Acheron y ella regresaría de nuevo con los de su misma especie.
Después, todo sería normal.
Dante no podía aplacar el fuego de su sangre. El animal en su interior estaba despierto y anhelante.
Deseoso.
Un olorcillo no debería haberlo afectado tanto, e incluso a medida que atravesaba la densa multitud de personas que pretendían ser alienígenas y seres paranormales, no podía evitar de tratar de encontrar de nuevo su aroma.
Todo lo que podía hacer era permanecer en su forma humana y no volver a su verdadero cuerpo animal.
El cazador no lo estaba escuchando.
¡Maldita sea!
Alcanzó a ver a Acheron Parthenopaeus a través del puesto de revistas. Indiferente a los humanos que se detenían para quedarse embobados ante su altura de dos metros diez, el Cazador Oscuro atlante estaba leyendo el libro de historietas Grendel de Dark Horse.
Buscando la distracción al conversar con un amigo, Dante se dirigió hacia él.
—Ash —dijo él a medida que se acercaba—. Pareces extraordinariamente relajado.
Lo cual era cierto. En todos los siglos que conocía al hombre, Dante nunca lo había visto tan tranquilo.
Acheron levantó la vista de la historieta e inclinó la cabeza en forma de saludo.
—¿Qué puedo decir? Éste es uno de los pocos lugares en que puedo traer a Simi donde no destaque. Diablos, si hasta parece normal aquí.
Dante rió ante eso. El demonio con aspecto de duendecillo de Ash rara vez se mezclaba en cualquier parte.
—¿Dónde está ella?
—Comprando como un demonio.
Dante negó con la cabeza ante el mal juego de palabras; conociendo a Simi, se imaginaba que con seguridad era totalmente cierto.
—Traté de llamarte a tu celular cuando llegamos para ver si estabas aquí.
Ash se tensó inmediatamente cuando dejó su historieta y sacó otra revista.
—Lo apagué el día que llegué.
—¿En serio? —preguntó Dante, atónito por la confesión de Ash. No era típico de él estar fuera del alcance de los Cazadores Oscuros que tenía a su cargo—. ¿Qué pasa si uno de los Cazadores Oscuros te necesita?
Ash se encogió de hombros.
—Si no pueden sobrevivir solos por cuatro días, una vez al año, merecen morir.
Dante frunció el ceño.
—Eso es cruel de tu parte.
Él lo miró lacónicamente.
—¿Cruel? Te diré qué. Toma mi celular y revisa las tres mil llamadas que tengo día y noche y verás lo cruel que soy. De verdad que odio la tecnología moderna y los teléfonos en particular. No he dormido cuatro horas seguidas en más de cincuenta años. «Ash, se me rompió la uña del pie, ayúdame. Ash, me duele la cabeza, ¿Qué debo hacer?».
Ash hizo una muesca de repugnancia.
—¿Sabes? Nunca lo he comprendido. Hacen un trato con el mismo diablo y luego esperan que yo los ayude ante el menor arañazo. Después, cuando aparezco para ayudarles, se enojan y me dicen que desaparezca. Así que si soy un egoísta por querer cuatro días al año para estar solo, entonces soy un bastardo egoísta. Que me demanden.
Wow, alguien estaba irritado.
Dante retrocedió un paso del atlante.
—Bueno, entonces me aseguraré de no molestarte.
Ash sacó otra historieta envuelta en plástico de una enorme caja blanca de la mesa.
—No me estás molestando, Dante. De verás. Sólo estoy tratando de cambiar mi mal humor. Cometí el error de encender mi teléfono hace diez minutos atrás y ya tenía cuatrocientos ochenta y dos mensajes esperando en el buzón de voz. No pasaron ni tres segundos cuando empezó a sonar de nuevo. Todo lo que deseo es un pequeño descanso y ningún maldito teléfono por unos pocos días —soltó un suspiro de fastidio—. Por otro lado, fui yo el que te dijo que vinieras.
—Sí, gracias. Esto es... —dudó cuando un centauro apareció caminando en lo que parecía ser unas botas de ski modificadas que tenían la extraña apariencia de pezuñas— interesante.
Ash sonrió.
—Sí, solo espera hasta que veas el Desfile de Belleza Señorita Kligon. Eso sí que es otra cosa.
Dante rió.
—Apuesto que sí. Así que ¿Qué buenas bandas debería ver para mi club?
Ash tomó otras tres historietas de Dark Horse, Cuentos de Vampiros, y las agregó a su creciente pila.
—Last Dance es realmente bueno. Tocan esta noche, y Ghoultown, también. Pero la única banda que tienes que ver es Cruxshadows. Son justo lo que necesitas y rigen la escena Darkwave. La vocalista, Rogue, estará en el Hyatt más tarde, firmando autógrafos. Si quieres, te la puedo presentar.
—Eso sería genial.
La única razón por la que Dante había ido a Atlanta era porque Acheron le había asegurado que la Dragon*Con era uno de los mejores lugares para ver varias bandas alternativas, y poder contratarlas para que actuaran en su club de Minnesota.
Simi llegó corriendo hasta ellos con dos hombres “Klingons” detrás de ella.
—Akri, ¿puedo ir al Klingon homeworld?
Ash le sonrió a su demonio.
—Seguro, pero no te comas a ninguno de ellos.
La demonio chilló.
—¿Pero por qué no?
—Porque, Simi, ellos no son realmente Klingons. Son personas que pretenden ser Klingons.
—Bueno, pooh, bien entonces. No comida. Pero voy a ir ahora. Chao.
Ella salió corriendo con los dos jóvenes.
Ash le pasó las historietas al vendedor, luego sacó su billetera.
—¿No deberías ir a contar la población del homeworld? —preguntó Dante.
—Na. Ella hace todo lo que le digo... —Ash se detuvo como si se le hubiera ocurrido algo de repente—. Por otra parte, no le dije que no se comiera un Bajoran o Romulan. Maldición —Pagó las historietas—. Tienes razón. Mejor voy a hacer un conteo.
Ash retrocedió un paso, luego se detuvo.
—A propósito, podrías desear dirigirte al piso de arriba justo ahora y revisar tu habitación.
—¿Por qué?
Él se encogió de hombros.
—Para asegurarte que satisface tus necesidades.
Dante frunció el ceño.
—Ya he estado ahí.
—Ve de nuevo.
El animal en Dante captó un extraño aroma en Acheron, pero no estaba seguro de lo que era.
Pero cuando el atlante se marchó, sintió un inexplicable deseo de hacer lo que Acheron le sugirió.
Dante se dirigió fuera del área de vendedores, hacia la escalera mecánica. Apenas había llegado cuando sintió el aroma de la mujer-pantera. Giró bruscamente a la izquierda, esperando verla.
Ella no estaba allí.
Sin embargo, él estaba duro por ella. Listo. El animal que llevaba dentro rugía por probar el sabor de su cuerpo.
Él se dirigió a la escalera mecánica para escapar del aroma.
Parecía que fuera más fuerte.
Bajó la cabeza, exploró la multitud pero ninguno de su especie estaba ahí.
Cerrando los ojos, olfateó el aire. La fragancia de ella era sutil ahora. Y estaba...
Él hizo un rodeo.
No había ninguna mujer ahí, sólo Romeo, y él apestaba a mujer-pantera. Dante no pudo evitar olfatear a Romeo, quien inmediatamente lo apartó de un empujón.
—Hombre, odio cuando haces eso. Y no lo hagas en público. Alguien podría formarse una idea equivocada de nosotros.
Él ignoró el tono de reprimenda de su hermano.
—¿Dónde está ella? —demandó Dante.
—Fuera de alcance.
El aroma de ella lo inundaba, incluso con más fuerza que antes. Su cuerpo estaba tenso. Deseoso. Cada parte de él la ansiaba.
Y no iba a aceptar un no por respuesta.
—¿Dónde? —rugió él.
Romeo negó con la cabeza.
Pero no era necesario que se lo dijera. Todas las hormonas de su cuerpo la sentían. En contra de su voluntad, Dante se lanzó en una carrera, mientras atravesaba la multitud, hacia el ascensor.
Sin pensar, se proyectó desde el vestíbulo al décimo sexto piso.
El aroma era aún más fuerte allí.
Más deseable.
Más intenso.
Dante siguió rastreando por el pasillo hasta que encontró su puerta. No pudo respirar cuando su aroma llenó todo su ser. Apoyando la cabeza contra la madera, cerró los ojos y luchó contra el repentino impulso de patear la puerta y entrar.
Eso probablemente la espantaría y, por otro lado, no quería tener público para lo que intentaba hacer con ella.
Golpeó la puerta con el puño cerrado y esperó hasta que una pequeña y diminuta morena le abrió. Ella tenía unos grandes ojos color lavanda y el pelo largo que se rizaba alrededor de su rostro ovalado.
Él respiraba con dificultad, cuando la miró, deseándola con cada parte de él.
Pero a pesar de toda su hambre sexual, sabía que ahora le tocaba a ella realizar su movida...