Stone regresó a su celda, gritando como una niña de cuatro años a la que le han quitado su juguete favorito, mientras se ponía los brazos a su alrededor para protegerse y suplicar por su vida.
Nick probó la venganza y sinceramente...
Fue dulce y satisfactoria.
Pero no lo llenaba, no importaba lo mucho que quería estarlo. De hecho, estaba vacío y frío. Incluso aunque intentaba decirse que Stone no se merecía nada salvo la humillación que él había apilado sobre otras cabezas, que se merecía morir por lo que le había hecho a otras personas, Nick no podía tragarlo.
Finalmente entendió lo que Ambrose había intentado decirle sobre Mike, Tyree y Alan.
No quiero ser como Stone y los otros.
Sin tener amigos. Ni decencia. Sin ser capaz de disfrutar de nada porque estaba demasiado ocupado siendo celoso y mezquino con otra gente.
Stone era patético. Era débil.
Por encima de todo, no se merecía que Nick se condenara por él. Al final, nada podría ser más cruel que dejar que Stone viviera su pútrida vida de falsos amigos y mezquinos celosos. Amigos a los que en realidad él no les caía bien. Que sólo querían usarlo por lo que pudieran conseguir.
Sí, eso era el infierno en la tierra y no quería ser parte de él. Mientas que Nick podía ser feliz llevando ropa usada y viviendo en la miseria con su madre y Menyara, Stone no podría viviendo en una mansión con todos esos juguetes y chismes súper caros que sus padres podían darle.
¿Cómo podía Nick envidiar o querer eso?
Él no se merece vivir. Piensa en todas las personas que ha torturado. A las que torturará en el futuro y le dejas ir.
Nick presionó la punta de la espada contra la garganta de Stone mientras él se mojaba los pantalones y lloraba. Y aún la voz en su cabeza seguía implacable.
Derrama la sangre de tus enemigos y liderarás ejércitos... serás libre.
Nadie se burlará de ti otra vez.
Nunca.
Sintió la fría mano de algo malvado en la nuca, acariciándolo.
—Hazlo —le urgió una suave y amable voz—. Hazte lo suficientemente fuerte para exigir el respeto de todos aquellos que te conocen. Entonces nadie se burlará de ti otra vez. Tienes que matar a tus enemigos para tener respeto y ser libre de tu pasado.
El mortent tenía razón. La única forma de ser libre era matar a sus enemigos y enterrarlos profundamente.
Pero había más de una manera de asesinarlos.
Stone y los de su tipo ya habían ocupado demasiado de su pasado. Nick no les daría su futuro también.
De repente, el puñal y el libro en el bolsillo se calentaron mientras algo dentro de él se liberaba. No por su odio. Ni por su necesidad de venganza.
Fue por su sentido de la justicia. Una claridad de pensamiento que no había tenido antes. No quería el respeto de una gente que no valía ni para limpiarle la nariz, gente que no valía ni para ser un chicle pegado en la suela de sus gastados zapatos.
El único respeto que quería era el procedente de él y de las personas que realmente importaban en su vida. La gente que realmente quería y que se preocupaba por él.
Eso no era definitivamente ni Stone, ni los mortents ni cualquiera de esos engreídos snobs del colegio o su director.
Eso era el de su madre y el de montón de strippers de Bourbon Street que lo habían criado para que fuera mejor. De gente como Menyara, Liza, Bubba y Kyrian.
Sobre todo, quería merecerse el respeto y el amor de Nekoda.
—Está bien. —Nick dio un paso hacia atrás y se giró hacia el mortent—. Mis enemigos no son los matones que hay en mi vida. —Honestamente, la gente como Stone le había hecho más fuerte y se sentía agradecido por ello. Había encontrado fuerza en su dolor. Fuerza de carácter y de dignidad. La fuerza para mantener la cabeza bien alta, sin importar la crueldad que el mundo lanzara contra él. Las mismas cosas que a Stone y a sus secuaces les faltaba.
Sus enemigos no eran unas patéticas colillas que se burlaban de él y lo odiaban por cosas en las que no podía ayudar.
Sus enemigos eran los que le mintieron bajo la apariencia de ser sus amigos. Los que le querían volver como ellos. Para arruinarle la vida y tirar por la borda todo aquello por lo que había luchado tan duro por llegar a ser.
Oyó que el libro le estaba susurrando...
—Arrasee-terra. Gitana mortelay dohn. Erra me tihani vassau. Pur mi. —Déjame ver la verdad. Nunca dejes que la adulación o el odio me cieguen. Esta es mi vida y la viviré sabiamente. Por mí.
No por ellos.
Nick echó la cabeza hacia atrás cuando una onda eléctrica lo atravesó. Fue como si un cable caliente se conectara a cada célula de su cuerpo. Por un breve instante, escuchó la respiración del cosmos.
—¡Mátalo! —gritó el líder de los mortent.
Nick sintió que el brazo se le curaba instantáneamente cuando lanzó su espada contra ellos. Saliéndose de la suya, haciéndolo más grande, luego se giró y rompió la cerradura de la puerta de la celda.
Stone salió corriendo, gritando, dejando a los otros atrás.
—Eres un cobarde. —Nick daba patadas hacia atrás al primer demonio que se acercaba a él mientras él les mantenía lejos de Tabitha, Eric, Madaug y su madre.
Ian estaba llorando mientras intentaba que su madre se despertara y lo mirara.
Nick hizo retroceder a los demonios pero no duró mucho. Peor aún, utilizaron a Tabitha, Eric y Madaug para atacarle porque sabían que no los heriría. No mientras estaban siendo usados.
Necesito alguna forma de sorprenderlos.
—¿Dónde hay una picana cuando se la necesita?
No había ni siquiera una salida aquí. ¿Era mucho pedir que cayera un rayo? Sí, vale, el cielo estaba despejado, pero aun así...
Cortó a través del viscoso demonio y se giró para luchar contra la mujer. De repente, sintió que la mano se le calentaba mientras una imagen de Ambrose y Caleb conjurando un fuego, se le pasó por la mente.
Si ellos pudieron conjurar fuego, ¿podría él conjurar electricidad?
¿Qué diablos? Bien podría intentarlo. Lo peor que podía suceder es que fallara y fuera asesinado por sus amigos.
Estaba mirando cuál sería el resultado más favorecerdor, de todos modos.
Por favor, deja este trabajo.
—¡Karatei! —Lanzó la mano hacia fuera y lo que parecía ser una bola de rayos se le disparó de la punta de los dedos a Madaug.
Y lo convirtió en una cabra.
Oh, mierda.
Madaug corrió hacia él, y lo embistió hacia atrás hacia un demonio. Nick empujó al demonio lejos y recuperó el equilibrio. Miró a la cabra que a su vez lo miraba a él.
—Tío, estoy intentando ayudarte.
Pero a la cabra no le importó, corrió de nuevo hacia él.
Intentando evitar una coz de la cabra en la entrepierna, Nick estaba completamente rodeado mientras Ian gritaba para que su madre se despertara.
—Desearía poder despertar de esta pesadilla.
Gruñendo, otra vez intentó rociar a Madaug con sus poderes. La cabra chilló y se estremeció.
Oh, por favor, no te mueras.
Mataría a Nick saber que lo había hecho él.
La cabra se estremeció, y finalmente se disolvió.
El estómago de Nick golpeó el suelo. Oh, mierda. Pero apenas dio un paso hacia la cabra en que le había convertido y Madaug volvió a ser un adolescente.
El alivio le inundó ya que no le había matado. Pero duró poco porque los zombies seguían llegando.
Y Madaug seguía siendo uno de ellos.
Peor aún, los zombies no muertos fueron llenando la habitación, mientras Tabitha y Eric intentaban arrancarle un brazo.
Nick se giró lejos de ellos. Estoy realmente muerto...
Cogió la mano de Ian y lo puso tras él antes de que la madre de Ian tomara un pedazo del pobre chico.
—No llores, chico. Yo te protegeré.
¿Pero quién me protegerá a mí?
Ahora sería un buen momento para que esos poderes que se supone que tengo entraran en juego y me ayudaran. De verdad... ¿a qué estaban esperando?
Él les habría invitado pero para el momento en que terminara, los zombies le habrían mordido. El corazón le latió con fuerza cuando se dio cuenta de lo desesperada que era la situación. Ellos fueron aumentando en número y él se cansaba en la misma proporción. Cada vez que movía la espada, daba más de él, y aunque tropezaban, no había matado a ninguno de ellos. Honestamente, ni siquiera los detuvo.
Estaba rodeado y ellos tenían hambre por las pocas células cerebrales que le quedaban. Pero, ¿sabes qué? No estaba dispuesto a rendirse o a ceder. Si iba a salir, sería de la forma en que había venido al mundo.
Luchando por cada aliento.
Nadie conseguirá lo mejor de mí.
Nunca.
Gruñendo en voz alta, luchó contra los zombies que volvían con todo lo que tenía.
Las paredes a su alrededor se estremecieron y retumbaron. Ian se escondió detrás de él, enrollando sus pequeñas manitas en la parte de atrás de la camisa de él, mientras intentaba llegar a una puerta o una ventana para que al menos el chico sobreviviera a esa noche. Pero se estaba cansando. Su resistencia se estaba resintiendo.
Un choque sonó a su derecha.
Su estómago se precipitó contra el frío suelo cuando el temor lo llenó. Esperando que fueran más zombies, Nick se apartó.
De la nada, la cabina de un enorme camión gris que tenía placas metálicas soldadas a ella se estrelló contra el muro como una bola de ganado, cerca de donde estaban él e Ian. Se abrió paso a través de los zombies como si fuera una cortadora de cesped después de la siega.
Nick se congeló cuando el estilo de conducción le recordó a sus campesinos sureños favoritos.
No, no podía ser...
Estaban muertos...
Pero aun así, la luz de la esperanza se encendió en su interior.
Un fuerte "Yee-haw" sonó cuando el camión se abrió y Bubba, Mark, Caleb, Nekoda, Simi y Alex se echaron al suelo con abundancia de armas (bueno, Simi no; ella salió únicamente con una gran botella de salsa barbacoa mientras se lamía los colmillos, y curiosamente, llevaba un babero grande blanco con una langosta). Mark estaba armado con un lanzallamas mientras corría a por el primer grupo de zombies.
Bubba estaba de pie en la puerta con los brazos apoyados en lo alto del camión con una ballesta de modo que pudiera disparar hacia ellos.
—¡Agacha la cabeza, Mark! —gritó antes de que dejara volar una flecha que dio justo entre los ojos del zombie que estaba delante de Mark.
Nekoda corrió hacia Nick con una picana.
—Aquí, te lo daré. —Se lo entregó, luego ella cogió a Ian y corrió con el niño hacia el camión para que Bubba pudiera mantenerlo a salvo.
Nick usó la picana eléctrica para eliminar a Tabitha, Eric, Madaug y su madre. Se tambaleron hacia atrás cuando sus cerebros se reiniciaron y volvieron a ser humanos.
Tabitha fue la que se recuperó más rápido. Gruñendo de cólera, cogió al demonio más cercano a ella y le rompió el cuello.
—Convertirme en un zombie... ¡tú, mierda! —Se sacudió el conjunto de saetas de sus botas y tiró de sus pieles podridas.
Cómo es que ella se acordaba de ser un zombie, Nick no tenía ni idea, pero estaba demasiado ocupado luchando contra los demás como para preocuparse de eso ahora. Eric tiró de la correa metálica que tenía en la cintura, que resultó ser un látigo de hierro, y ocupó el lugar en la espalda de Tabitha para poder guardársela mientras Madaug cogía a su madre y la llevaba al camión de Bubba para que se quedara con Ian.
Simi estaba desmembrando a los zombies mientras brincaba a su alrededor, retándolos a que la tocaran. Mientras tanto, Caleb, en forma humana, estaba luchando contra tres demonios con unos movimientos que Jet Li envidiaría.
Nekoda salió del camión con una katana que blandía como una reina ninja. Nick se heló mientras la miraba durante un segundo. Maldición, era flexible y toda una experta.
Él siseó cuando un zombie lo empujó. Se giró, conmocionándolo, luego le apuñaló con la espada.
Y aun así, ellos seguían viniendo. Nada de lo que hicieran parecía importar. Esta nueva variedad de zombie no sería parada. Ni desmembrándolos, ni quemándolos o apuñalándolos. Macho, ¿quién los había entrenado? ¿Terminator?
Nekoda gritó.
Nick se giró para ver a dos zombies sobre ella como si fuera los últimos trozos de un filete en una perrera.
El corazón se le sacudió. Iban a matarla.
Haz algo. Porque si no lo hacía, no sobrevivirían a esto.
Tendrás el poder de mandar a los muertos.
Ambrose había estado colocado. O bien le había estado diciendo la verdad.
Esperando que fuera esto último, Nick corrió a ayudarla. El primer zombie al que se acercó, se giró y le mordió fuertemente en el hombro.
—Estoy realmente cansado de esto. —Nick apuñaló al zombie en el corazón.
Pero seguía luchando.
—¡Corre, Kody!
Ella se negó.
—No, sin ti. —Aunque apreciaba la idea, la chica estaba loca.
Nick se puso entre ella y ellos.
— Esto no es por quedar bien entre nosotros, pero ¿es demasiado tarde para cambiar de bando?
Kody le dedicó una sonrisa que hizo que se le debilitaran las rodillas y que se hiciera más fuerte su resolución.
—Yo creo en ti, Nick. — Entonces ella hizo lo más inesperado de todo.
Apretó sus labios contra los de él.
Nick estaba atónito mientras la saboreaba. Por un instante, el tiempo se detuvo mientras su aliento se mezclaba con el de ella y su lengua se restregaba contra la de él. Esto... esto era mejor que nada de lo que había soñado alguna vez e hizo que su cuerpo entero se calentara.
Genial, he conseguido mi primer beso real tres segundos antes de que los zombies me maten.
Su suerte nunca cambiaba.
Kody gritó cuando un zombie la arrancó de sus brazos y la tiró al suelo. Un grupo de ellos se avalanzó sobre ella.
Nick sintió que el libro se le calentaba otra vez en el bolsillo y que le susurraba.
Para poder a los muertos ordenar,
Su total dominación debes anhelar.
¿Eh? ¿De qué coño estaba hablando el libro?
Pero tan pronto como lo pensó finalmente se dio cuenta. Era algo que Bryana le había dicho en el colegio el año pasado. En ese momento había pensado que era algo estúpido, pero finalmente lo había conseguido.
Visualización. Para poder hacer que las cosas ocurrieran, para convertirse en otra cosa, tenías que verlo claramente en la mente. Ese era el primer paso para alcanzar el éxito. Los vagos sueños nunca llegaban a nada. Sólo aquellos que se habían visto plenamente se podían manifestar.
Lo mismo que con la daga.
Los pensamientos tenían poder. Negativo o positivo. Influían en todo. Podían dar poder a una persona o hacerla pedazos.
Y esperaba, que esa noche, les salvara la vida.
Cerrando los ojos, Nick se vio como el personaje del videojuego Cazador de Zombies.
No temeré al mal porque yo soy la peor bestia sobre la tierra. Mi poder no lo pueden derribar. Mi voluntad es ley.
Ellos harán lo que digo. Los muertos no me ordenan.
Yo mando en ellos.
El poder, el verdadero poder, viene del interior. No del exterior.
Riendo mientras la canción del He-man se le venía a la cabeza, Nick abrió los ojos.
Y todo se veía diferente. Había una neblina alrededor de la gente y un débil resplandor sobre los zombies.
Más que eso, en realidad podía oír a los zombies en su cabeza. No, no a los zombies. Lo que oía era las almas malvadas que los mortents habían invocado para hacerse cargo de los cuerpos muertos y reanimarlos.
El cuerpo era sólo una nave. Y había llegado el momento de que la vaciara y los enviara de regreso a casa. A todos ellos.
Para hacer que los zombies desaparezcan,
un hechizo y tu tacto debes blandir.
Nick sacudió la cabeza para aclarar ese galimatías.
—De verdad, libro, tus rimas son una mierda.
Bien entonces, Malachai, intenta que rimen en un idioma que no es el tuyo. Tienes suerte de que al menos te estoy ayudando. No es como si me importara si vives o mueres. Sabes que podría conseguir un nuevo maestro que estuviera totalmente feliz de tenerme... humano. Escupió la última palabra como si fuera el mayor insulto imaginable.
Sí, su libro tenía serios problemas de actitud. Pero, al menos, le susurraba las palabras que necesitaba.
Cenizas a las cenizas.
Zombie de cabeza cortada.
Polvo al polvo.
Regresa a tu tumba como debes.
Pero las palabras sonaban mucho mejor en la lengua nativa del libro, a saber:
Tirre Tirre.
Grauz sa ton.
Dhani Dhani
Madabauhn.
Gracias a Dios que sólo debía decir esto último para matarlos. Sólo que con algo más.
Tenía que tocarlos demasiado. Asqueroso, pero eficaz, y en el momento en que dijo las palabras y puso la mano en ellos, cayeron al suelo como un montón de malos actores.
Bubba y los demás retrocedieron cuando Nick se abrió paso entre ellos hasta que los únicos que quedaron fueron los tres demonios que no habían sido desterrados.
Los mortens lo fulminaron con la mirada.
—Esto no ha terminado, Malachai —le escupió la mujer, con los ojos brillando en la profundidad de la penumbra.
Nick se burló:
—Oh, sí, lo es. Desterraré vuestros apestosos culos de vuelta al agujero del que habéis salido. Vosotros no me ordenáis y nunca lo haréis.
Una malvada risa resonó en sus oídos.
—Eso dices hoy, pero el mañana vendrá... es mucho más fácil ir a peor que ir por el camino correcto. Nosotros ganaremos. Ya lo verás. Antes de que todo quede dicho y hecho, tú estarás de nuestro lado. Te lo prometo.
Nick no se lo creyó ni por un segundo.
—Nunca deberías subestimar la terquedad de un golfillo Cajún. Nosotros escribimos el libro sólo para ponéroslo más difícil y cabrearos. —Mirándolos, utilizó sus nuevos poderes para desterrarlos.
Tabitha se limpió la sangre de las perneras del pantalón.
—Eso es. Largáos de aquí, zorras. No tengo tiempo para vosotras. ¡Ja!
Nick sacudió la cabeza.
—Menos mal que sólo hay una como tú, ¿verdad?
Eric soltó un bufido.
—¿No sabes que tiene una hermana gemela?
Nick no quería contemplar ese acervo genético. Por el momento, estaba meramente contento de haber echado a los demonios y que su vida no estuviera amenazada.
Al menos esperaba que no lo estuviera durante la siguiente hora, más o menos.
Kody volvió corriendo hacia él.
—¿Estás bien?
Antes de que pudiera detenerse, Nick la tomó entre sus brazos y la abrazó. Sólo necesitaba sentir a alguien cerca de él que no estuviera tratando de comerle los sesos o matarlo.
Y Dios, se sentía muy bien.
—Sí, estoy bien, ¿cómo has llegado hasta aquí?
Ella se separó para señalar a Mark.
—Estaba rodeada de zombies cuando él apareció con su monstruoso camión y los pasó por encima. Me dijo que me metiera y no discutí.
Nick sonrió.
—Creo que así fue como me metí en todo esto. —Pero no explicó todo.
Se acercó a Bubba, que estaba guardando la ballesta y los pernos en el camión de Mark. Fue estupendo verlo vivo, incluso si tenía una herida y una contusión en la frente. Nick lo hubiera abrazado del alivio también, pero sabía que Bubba le pegaría un tiro por ello.
—Vi el golpe del camión. Creí que estabas muerto.
Bubba señaló a Alex.
—Ya te hablé de los cambiaformas y de sus malvados poderes.
Alex levantó las manos.
—Tenéis suerte de que funcionen. A mi edad, es cosa rara que hagan lo que quiero que hagan, y son los que causaron que el camión estallara cuando los usé para sacarnos fuera.
Se volvió hacia Caleb, que tenía los brazos cruzados sobre el pecho y una arrogante ceja arqueada.
—Oh, me patearon el culo fuertemente. Estaré cojeando durante unas semanas, sin duda. Pero soy mucho más duro de lo que parezco, y aunque ellos me hubieran tenido contra el suelo durante unos momentos, los demonios no fueron suficiente para mantenerme ahí.
Nick saltó cuando escuchó algo derrumbarse detrás de él. Se giró y vio a Madaug al lado de una consola de juegos, donde estaba haciendo ruido con una tubería que debía de haber encontrado en el suelo. Las golpeó a ambos, a la máquina y al disco, hasta que no hubo posibilidad de reparación.
Luego los pisoteó y terminó saltando encima de ellos.
Una vez terminó su rabieta, fue a su madre y la abrazó.
—Siento mucho todo lo que hice. —Bajó la mirada y agarró a Ian también—. Estoy tan contento de que los dos estéis bien. No sé qué haría si os hubiera pasado algo. Os quiero mucho a los dos.
Ian sonrió.
—¿Eso significa que puedo entrar en tu habitación cuando quiera?
Madaug lo empujó.
—No te pases, E. No estoy tan agradecido.
Eric y Tabitha se unieron a ellos.
—Gracias, Nick —dijo Tabitha—. Te debemos una.
Nick le estrechó la mano a Eric.
—Os diría que en cualquier momento pero, en realidad, la próxima vez que los zombies ataquen, llamad a Bubba. Él es el único que está preparado para creeros. Recordad su número: 1—800—Ca—Bubba. “Si él no puede solucionar vuestros problemas de una manera, lo hará de otra”. No hay ningún Nick en ese lema. Después de todo, Nick va a retirarse para trabajar para Kyrian como el chico de los recados. Eso es todo lo que quiero hacer. No quiero saber nada de matar zombies, pis de pato, o de cualquier otra cosa paranormal. Nunca.
Pero Nick aún tenía que dejar hablar a una persona.
Mark.
—¿Cómo sobreviviste? —le preguntó mientras Mark dejaba a Simi, que se lamía los dedos y se unía a ellos en el camión.
Mark le dedicó una sonrisa.
—¿Qué? ¿Has olvidado la primera regla que te enseñé, muchacho?
Nick frunció el ceño mientras trataba de recordar las diversas reglas que Mark le había dado para sus supervivencia.
—¿La orina de pato ahuyenta a todas las cosas vivas y no vivas?
—Nah, esa es la sexta. Regla número uno: No tienes que dejar atrás al zombie. Sólo tengo que dejarte atrás a ti. ¿Cómo crees que Eric y Tabitha terminaron capturados?
Tabitha se echó a reír.
—Oh, por favor, ese Inspector Gadget de ahí hizo un soplete con sólo el arte de sellado de Eric y un mechero. No estoy segura de que la casa aún siga en pie, pero nos sacó de ahí y Simi cubrió nuestra huida. Nosotros habíamos salido completamente pero Eric no y cometí el error de volver por él mientras Mark estaba haciéndole el puente al coche del vecino.
Nick se rió más por la prueba de que Mark no estaba completamente loco. Nunca regreses a por los caídos a menos que quieras ser capturado o acabar muerto. A menos que el caído fuera Bubba, que por lo general tenía un gran calibre de armas.
Mark suspiró.
—Para cuando me di cuenta de que esos dos no estaban detrás de mí, se habían ido y yo me puse enfermo. Realmente creí que se los habían comido. Pero, por suerte, vi que tu novia estaba siendo atacada, y con la ayuda de Simi, conseguí ponerla a salvo.
Nick asintió mientras todos esos pensamientos le corrían por la cabeza. Había sólo una pregunta que faltaba.
—¿Entonces, cómo consiguieron a Stone?
—¿Stone estaba aquí? —preguntó Tabitha.
—Sí. El muy cobarde salió corriendo y nos dejó aquí a la primera oportunidad que tuvo.
Alex frunció los labios.
—Sabes, él da mala fama a los hombres lobo.
La madre de Madaug dejó escapar un profundo suspiro.
—Sabéis, chicos, he tenido suficientes emociones por una noche. ¿Bubba puedes llevarme a casa? Ian tiene que acostarse. Madaug y Eric deben ser castigados, y yo sólo quiero olvidar que alguna vez he oído algo sobrenatural. Al menos hasta que tenga que levantarme mañana por la mañana y tratar con los Dark Hunter.
—Claro.
Alex la sonrió.
—¿Eso quiere decir que estás entregando tu estatus de Escudera, señora S.?
—Por nada del mundo. Sólo quise decir que necesito descansar. —Levantó a Ian hasta el camión, después entró detrás—. Eric y Madaug... poned vuestros culos aquí.
Eric le dio a Tabitha un rápido beso.
—Te llamo más tarde.
Bubba abrió la puerta para subir mientras Tabitha y Mark se ponían al otro lado.
—Dejadme que los lleve a casa rápidamente, después volveré a por vosotros.
Nick asintió mientras Nekoda le cogía la mano y se la apretaba.
Caleb, Simi, Alex, Nekoda y él se quedaron atrás.
Nick se acercó al juego y suspiró.
—Sabes, era un juego divertido. Pero por toda esa cosa de la conversión zombie, habría hecho millones.
Todos se congelaron cuando escucharon un ruido en las sombras. Nick puso a Nekoda detrás de él mientras Alex se desvanecía del grupo para ir hacia la fuente del sonido.
Unos segundos después, lanzó a Stone hacia la luz.
Nick lo miró.
—Tú, perdedor idiota.
—Oh, cállate, Gautier. No eres más que un montón de basura.
Nick sonrió.
—Sí, soy un montón de basura con una picana seriamente modificada. —Pegó la punta contra la cadera de Stone y lo mandó volando.
Pero tuvo un efecto adicional que Nick no había esperado. No sólo hizo que se conmocionara, sino que lo volvió de humano a lobo y viceversa.
—¿Pero qué...?
Alex regresó mientras Nick lo miraba.
—Eso es muy malo para un cambiaformas. Nos golpeas con electricidad y perdemos el control sobre nuestras formas.
Mirándolo boquiabierto, pasó la mirada a Stone, que intentaba maldecirlo durante los pocos segundos en los que era humano mientras cambiaba entre las dos formas.
—¿Hasta cuándo va a estar haciendo eso?
—Le diste una buena sacudida. Probablemente una hora.
Nick se rió.
— He conseguido el bonus.
Alex sacudió la cabeza.
—Y dicho eso, yo también debo volver a casa. No quiero conseguirme un castigo también. Os veo mañana en la escuela, chicos. —Desapareció en el aire.
Nick miró a Nekoda.
— Te estás tomando todas estas rarezas con mucha calma. ¿Debería estar asustado?
—Casi me han comido los zombies esta noche, Nick, y he ido en un camión conducido por Bubba. Que algunos tíos se desvanezcan fuera de la habitación y otro se convierta en un perro no es exactamente la cosa más espantosa que haya visto en las últimas horas.
Simi se acercó para apoyarse en el hombro de Kody.
—Ok, Simi piensa que has visto cosas mucho más escalofriantes que eso.
Nekoda empalideció un poco, pero no dio detalles.
Nick la apartó de los demás para poder hablar con ella con un poco de privacidad. Gah, eso era difícil. Había tantas cosas que quería decirla, pero en lo más profundo en su interior aún estaba asustado, incluso a pesar de todo lo que habían pasado, de que lo echara.
—Um... Kody... me preguntaba... —Dejó que su voz se arrastrara mientras el miedo subía.
Sólo quiero preguntarle si quiere salir conmigo.
Santo cielo, Nick, te besó.
Cierto, pero ella creía que iban a morir. Ahora que no estaban muertos podía lamentar ese beso. Igual deseando haberlo guardado para alguien que se viera mejor. O fuera más inteligente.
Alguien que no se vistiera con una camisa simplona.
—¿Qué? —Le preguntó ella.
Vamos, chico. Te has enfrentado a demonios esta noche, ¿Cómo puedes rajarte ahora?
Por otra parte, la lucha contra los demonios fue mucho más fácil que invitar salir a una chica que realmente le gustaba. Ellos no podían herirle los sentimientos.
Con una palabra, ella podía aplastarlo.
¡Sólo hazlo!
Tomando un profundo aliento, desvió la mirada y habló antes de que se acobardara.
—¿Te gustaría ir al Café Du Monde conmigo mañana después de la escuela y tomar unos beignets? Es decir, si mi madre no me castiga el resto de mi vida por dejar que Bubba la sedara.
El tiempo pareció quedarse colgado para siempre antes de que hablara.
—Por supuesto, me encantaría. Pero nada de zombies, ¿vale?
En ese intante, Nick sintió como si pudiera volar.
—Claro, sin zombies.
Pero en su cabeza estaba la voz de Ambrose.
Sólo has aprendido una parte de la lección esta noche, chico. Tienes nueve más por hacerlo. ¿Crees realmente que salir con una chica es en lo que deberías concentrarte?
¿Sinceramente? Sí. Porque cuando miraba dentro de los ojos de Kody, podía ver el futuro. Había algo en ella que lo calentaba, y después de esa noche, realmente lo necesitaba.
Sobretodo ante los retos que tendría que enfrentar en un futuro.
Para el carro, viejo. Esta es mi vida, no la tuya, y tengo intención de sacar el máximo provecho de ella.
Ambrose se estremeció cuando oyó la voz de Nick en su cabeza con unas palabras que le enviaron un escalofrío por la espalda. Pero se apartó y dejó al niño solo para que disfrutara de su victoria.
—Desafortunadamente, Nick, tú estás viviendo mi vida y que los Dioses nos ayuden porque estamos cometiendo un montón de nuevos errores.
Sólo esperaba que esa vez no mataran a todos los que amaba.
En cuanto a Nekoda...
Ambrose había aprendido hacía mucho tiempo a temer a cualquiera cercano a él cuyo pasado y futuro no pudiera ver. Cada vez que había cometido ese error en particular, la persona había hecho todo lo posible para acabar con él.
Y en su interior, sabía que Nekoda no sería una excepción.
Una nueva cara, una nueva oportunidad.
Pero ¿sería suficiente...? Eso estaba por verse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario